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FRENTE A FRENTE

A. René de Nicolás y García







La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.



El castellano es la lengua española del Estado.



Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.







domingo, 28 de marzo de 2010

LA SEMANA SANTA


CRONOLOGÍA LITÚRGICA Y PROCESIONAL

La gran virtud de los calendarios y almanaques es que ofrecen sus contenidos, entre ellos las calendas en que se explica el significado de cada fiesta, en porciones bien medidas, de manera que haya un tiempo asignado a cada lección.

Los cantos, ritos, oraciones y el culto propiamente dicho, al que no podían asistir ni los catecúmenos ni los penitentes, complementan la parte de enseñanza, a la que sí tenían acceso.

Al ser la Semana Santa, en especial el Triduo Sacro, un tiempo denso en cultos religiosos, se hace necesaria la presentación siguiendo criterios cronológicos y litúrgicos. Junto a las celebraciones de la iglesia, ocupan lugar de honor las del pueblo.



DOMINGO DE RAMOS Se celebra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Es un anticipo de la Pascua. Los tradicionales ramos son los protagonistas. La primera lectura de la Pasión. Primeras procesiones populares.

LUNES SANTO Tras el esplendor del Domingo, la liturgia entra en la angustia de la pasión siguiendo los últimos días de vida de Jesús. El Evangelio nos presenta el episodio de la Magdalena lavando y ungiendo los pies de Jesús, con el escándalo de Judas. En él se han inspirado algunos pasos y procesiones.

MARTES SANTO Se caracteriza su liturgia por la exaltación de la Cruz, que se propone como motivo de orgullo para los cristianos. El Evangelio de la misa de este día es la Pasión según san Marcos. En muchos lugares el protagonista de las procesiones de este día es la Cruz.

MIÉRCOLES SANTO Es el día en que se reúne el Sanedrín (el tribunal religioso judío) para condenar a Jesús.. Este episodio es el que convirtió los miércoles en días de ayuno. Hoy es el primer día de luto de la iglesia, en que se celebra el OFICIO DE TINIEBLAS, una especie de funeral por la muerte de Jesús. Los pasos y procesiones de este día reflejan el aumento del dramatismo.

JUEVES SANTO Es, con el Corpus Cristi y la Ascensión, el primero de los Tres Jueves del año que relucen más que el sol. Es el día en que se celebra la ültima Cena en que Cristo instituyó la Eucaristía. Es el día del Lavatorio de los pies (sobre esto versa el Evangelio), de la atención especial a los pobres, del Amor Fraterno. Los pasos y procesiones se vuelcan en estas significaciones y empiezan a avanzar, ya en la noche, el misterio del Viernes Santo.

VIERNES SANTO Este día constituye el núcleo central de la Semana Santa. Es el día del máximo dolor y de la muerte de Jesús. Es día de riguroso luto y no se celebra misa sino un rito de oración. Se lee la Pasión según san Juan, se reza por todas las causas en una continua ceremonia de arrodillarse (Flectamus genua) y levantarse (Levate), y en el centro de la celebración está la solemne adoración de la Cruz: “He aquí el leño de la Cruz del que pendió la salvación del mundo”. “Venid , adorémoslo”. Hoy es el segundo gran día de las procesiones en que se vuelca el dolor por la muerte de Cristo y el dolor de su madre.

SÁBADO SANTO Este día propiamente no hay culto oficial. Es día de luto por la muerte del Salvador. Continúa durante el día la visita de los monumentos, la celebración del Vía crucis y otras prácticas piadosas. Al anochecer empieza la gran Vigilia Pascual, que en su primera parte (bendición el fuego nuevo y del agua, llecturas, letanías, profesión de fe y Bautizos) corresponde propiamente al Sábado santo; pero la Misa de Gloria, solemnísima, con volteo de campanas y llena de aleluyas, corresponde a la celebración pascual de la Resurrección.

DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN La alegría iniciada en la misa de la Vigilia Pascual, que siempre es después de las 12 de la noche, la primera hora del domingo, se prolonga durante toda la mañana. Al mediodía vuelve a celebrarse una Misa solemnísima para celebrar la Resurrección. Aleqh CristoV aneste (Alezé Jristós aneste), En verdad, Cristo ha resucitado. Ese es el saludo pascual en la iglesia ortodoxa.

sábado, 27 de marzo de 2010

EL VALLE DE LAS REINAS

Ta Set Neferu, o la Sede o el lugar de la belleza, fue el nombre que recibió la necrópolis donde fueron enterradas las reinas y los príncipes durante las dinastías XIX y XX. Aunque si bien es cierto que se han localizado las tumbas de la princesa Ahmés, de príncipe también llamado Ahmés y de un salto funcionario llamado Amen-Hotep que fue Visir durante el reinado de Tutmosis I, entre otras, todas ellas datadas en la dinastía XVIII.

El Ta Set Neferu o Valle de la Reinas y que en la actualidad recibe el nombre árabe de Biban el-Harin, se encuentra situado al suroeste del Valle de los Reyes.

El Valle de los Reyes estuvo consagrado a la diosa Merseget, la que ama el silencio. Pues bien, del mismo, Ta Set Neferu estuvo consagrada a otra diosa a la diosa Hat-Hor.

El jesuita Sicard, como ya recordarán fue el primero que identifica la actual ciudad de Luxor con la antigua Tebas, pero no da importancia a los monumentos que se encontraba en la otra orilla. La primera vez que se visita el Valle de las Reinas y se descubre como tal fue en 1816, cuando Belzoni localiza la primera de las tumbas reales, se trataba de la tumba de la reina Tyti QV 52, que había sido saqueada en la antigüedad. Al no encontrar objetos de valor, Belzoni decide no seguir profundizando en el valle pues piensa que carecía de interés.

El primer estudio profundo del Ta Set Neferu se debe a los viajeros y anticuarios Roberto Hay y Linplum durante 1826 que realizan una serie de apuntes sobre las tumbas que localizaron en el valle. Como por aquel entonces aún no se habían descifrado la lengua jeroglífica se dedican realizar una copia fidedigna de los cartuchos y de todos los textos que localizan. La copia de estos manuscritos en la actualidad se encuentran en la biblioteca del Museo Británico de Londres.
En 1828 uno de los grandes precursores de la egiptología moderna, el inglés John Gardner Wilkinson recorre el valle descubriendo 24 tumbas.

Por aquel entones el valle comienza a mostrar cierto interés para los egiptólogos y en 1829 se envía la primera expedición científica, la franco-toscana, al frente de Champollion y Rosellini, que descubrirán e identificarán las tumbas que ya habían sido descubiertas por los anteriores así tenemos las tumbas de : Sat-Ra, Isis, Tyti, Nebet-Tauy, Merit-Amón, Bentanta.
Entre los años 1842-1845, recorre el Valle de las Reinas lo que se ha venido a llamar “la eficacia prusiana”, al frente de la cual estaba el célebre egiptólogo Carl Richard Lepsius, que durante cuatro años recorrerá el valle, documentándolo, y recuperando numerosas piezas, muchas de las cuales terminarían siendo la base del comienzo del futuro Museo de Berlín. Lepsius, inicia la exploraciones en el valle a finales de noviembre de 1844, haciendo un nuevo inventario de todas ellas. Lepsius localizaría la tumba QV 80 que ya había sido marcada por Hay y Wilkinson, pero curiosamente ignorada por Campolión y Rosellini.
La QV 80 correspondía a la reina Mut-Tuya, esposa del Sethi I y por lo tanto, madre del afamado Ramsés II.

Entre los años 1853-1857 otro prusiano se hace cargo de los trabajos que se estaban realizando en el Valle: Heinrich Brugsch, que realiza importantes descubrimientos, pero quizás el más importante es que fue el primero en explorar la gruta que se encontraba en la montaña en cuyas laderas se encuentra el Valle de las Reinas.
Así llegamos a principios de este siglo. A partir de 1903 se hace cargo de los trabajos a realizar en el Valle de las reinas, la Misión Arqueológica Italiana, al frente de Ernesto Schiaparelli, que era el Director del Museo Egipcio de Turín.
La Misión Arqueológica Italia fue la primera de todas las que habían pasado por allí que realizó una excavación sistemática en el Valle, y esto fue debido a que Schiaparelli contó, durante cinco años, con un magnífico colaborador como fue Francesco Ballerini, que aplicó el rigor sistemático propio de la escuela oriental germana cuyo modelo seguía. Los primeros años de campaña de la misión Italiana fueron duros, pues carecían de medios, vivían en tiendas de campaña….
En esta primera campaña descubren la tumba de la reina Sat-Ra, QV 38, esposa de Ramsés I y por lo tanto madre de Sethy I, la tumba QV 30, que es anónima y las tumbas más importante, la QV 43 y 44, nada menos que la tumba de Ja-em-Uaset, y la de Seth-her-jepesef, hijos de Ramsés III, Fueron localizadas con sus sarcófagos y con un extraordinario mobiliario funerario.
Estamos ya en 1904. Durante la segunda campaña descubren la tumba QV 55 perteneciente al hijo real Amon-her-jepesef, hijo también Ramsés III.
Pero la sorpresa salta en esta segunda campaña, cuando descubren la tumba de la Gran Esposa Real, Señora de las Dos Tierras, Nefertary Merit-en-Mut. La joya del Valle de las Reinas.
Los años siguientes y aún en la actualidad se sigue trabando en este valle y aún nos tiene que deparar muchas sorpresas.
En las pocas diapositivas que hemos ido viendo y para aquellos que conozcan en persona el Valle de las reinas, se habrán hecho la misma pregunta que me formulé yo la primera vez que visité el Valle y la misma que se hicieron otros antes yo. ¿Por que las pinturas que cubren las paredes de este valle se encuentran tan deterioradas? ¿Por qué el visir del faraón aconsejaría a este que sus amada esposa y sus hijos fuesen depositados en este valle de caliza tan pobre?

En el valle se han encontrado numerosas tumbas pero muchas de ellas fueron abandonadas al comienzo de su excavación por problema de derrumbes ya que el terreno, de caliza muy frágil no era apto para este tipo de perforaciones. Además de este problema asistía otro, y era que con relativa frecuencia caian trombas de agua que corrían por el valle arrasándolo todo. Pero a pesar de esto, muchas fueron construidos y algunas con mejor suerte han llegado hasta nosotros.
Bien, sin duda, la respuesta del porqué se construyeron en este lugar las necrópolis de las reinas así como las de sus hijos, debamos encontrarla en la propia consagración del lugar a la diosa Hat-Hor.
El primer peligro que tuvieron que sortear los arquitectos del rey fue el de los aguaceros. En dirección al oeste construyeron una especie de dique-presa que en la actualidad se encuentra derrumbado. Subiendo por él se llega al fondo del Valle, frente a la fachada de la gruta, perforada por una alta y estrecha abertura, quedan restos de una presa más pequeña. La Dra. Cristiane Desroches-Noblecourt ha investigado durante los últimos años y descubrió que tras esta presa más elevada se encuentra un tercer muro formado por bloques que dan al interior de la majestuosa gruta y que recoge el agua de la lluvia y que al rebosar forma una magnífica cascada.
Sin duda los antiguos sacerdotes vieron en este fenómeno natural una predestinación que encarnaba a la propia diosa Hat-Hor que pasaba de ser la muerte temida a ser el amor deseado. Ella acogía a los difuntos y los enlazaba irresistiblemente en el seno de sus entrañas para devolverlos haciéndolos nacer de nuevo para la vida eterna.
Cuando el agua de la tormentas desembocaba por la cascada y corría con su máximo caudal hasta el dique construido en la parte mas baja, podían reconocer en ella las aguas del renacimiento que escapaban del seno de la gran diosa, en el momento del parto celeste.
Este inmenso juego de la naturaleza, que según pensaban y creían los antiguos egipcios, una mano divina había modelado, debió representar un papel de extraordinaria importancia en toda la zona. Las riadas benefactoras debidas a la diosa Hat-Hor, que se producían en la zona eran conocidas ya desde la antigüedad, pues se sabe que el arquitecto de Amen-Hotep III, el gran Amen-Hotep hijo de Hapu, hizo construir el templo de Millones de Años de su señor en un eje perfecto que conduce directamente hacia la gruta del Valle de las reinas.
Pero volviendo de nuevo al Valle, si nos adentramos en la gruta, esta forma una especie de abrigo donde fueron localizadas numerosos grafitis que se remontan hasta el periodo predinástico. Esta gruta en algún momento del año debía recibir visitas a decir por la cantidad de pintadas e inscripciones que han sido localizadas. Estas pinturas, según los expertos, quieren ver en ellas una especie de ex-votos dejados allí por los peregrinos. Todas las inscripciones hacen referencia a lluvias torrenciales o al “agua del cielo” como lo llamaban los antiguos egipcios:

La Misión Arqueológica Francesa al frente de la Dra. Cristiane Desroches Noblecour, continuó con sus investigaciones e hizo una serie de prospecciones en la gruta. Después sacar mas de un metro de tierra y cascotes sin encontrar nada la Dra. Desroches estaba convencida que gruta había sido realizada por la mano del hombre. Al quitar unas rocas que con toda seguridad se habían desprendido de la montaña localizaron tres cuerpos que habían sido sepultados por un antiguo alud de piedras. Cerca de los cuerpos fueron localizadas unas vasos de barro que fueron datados en la dinastía XIX, por lo tanto el accidente ocurrió durante este periodo.
Cuando la Misión Francesa llegó al fondo de la cuenca, la gruta en total tiene aproximadamente unos 25 metros, comprobaron que las paredes de la gruta presentaba un color rojizo, y que en tres niveles superpuestos comenzaron aparecer mezclados con barro numerosos fragmentos de vasijas de color ocre rojo. Las vasijas presentaban una “rotura ritual”. Junto con estos vestigios de alfarería aparecieron restos de pezuñas de asnos, huesos de cerdo, huesos de pata de ternera, cornamentas de un tipo de cérvido, cáscaras de huevos de avestruz.
La Dra. Desroches-Noblecour, sostiene que este lugar era una santuario, y estos eran los restos de las ofrendas realizadas para evitar accidentes durante el embarazo. Según su teoría este lugar representa el regazo de la madre divina Hat-Hor. Pero hay más. Se sabe que el niño real, desde el comienzo de la historia de Egipto estaba identificado, con varios aspectos de contexto animal y vegetal. Así por ejemplo se le identifica como “el joven ternero”
, o como un niño saliendo de una flor de nenúfar. En casi todas las publicaciones en lugar de nenúfar encontramos loto, pero esta planta acuática de origen indú, no será introducida en Egipto hasta época greco-romana.
Según la teoría de la Dra. Desroches Noblecour, uno de los nombre del nenúfar en es nefer y por lo tanto el plural de esta palabra sería neferu. Ella sostiene que Ta Set Neferu habría que traducirlo por la “ sede o el lugar de los nenúfares”. Pues la gruta representaría el renacimiento místico de los difuntos. Para fundamentar su teoría ella sostiene que tanto en las ceremonias reales como en las privadas siempre encontramos estas dos iconografía juntas, las flores de nenúfares y la vaca sagrada representando a la diosa Hat-Hor. En cuanto a la representación de esta flores en todo tipo de ceremonia yo les recomiendo que se lean el libro de La droga en el Antiguo Egipto de Dña. Begoña del Casal, que también nos da una interpretación sobre el porqué estas flores en ciertas ceremonias.

Así pués el nombre que recibió la gruta era Menet y parece ser que se hacía algún tipo de ritual cuando como denominaban los egipcios caía el Agua del cielo.

La misión francesa mientras hacia este tipo de descubrimientos fue levantando los muros de lo que en la antigüedad había sido las pesas donde se suponía que se retenía el agua y en donde cientos de peregrinos se acercaban en alguna fecha señalada, para tomar o llevarse este agua que para los antiguos egipcios debía ser bendita. Pero por fin como Egipto siempre termina pagando a quienes creemos en él, el 31 de diciembre de 1990, una lluvia torrencial como hacía décadas que no se veía, cayó sobre Tebas. Al día siguiente todos los integrantes de la misión francesa corrieron a las presas a ver lo que había sucedido y vieron con sorpresa que el agua se había quedado estancada en las diferentes presas y que iba saltando y cayendo en cascada como debieron verlo los antiguos sacerdotes que consagraron la montaña y el valle a la diosa Hat-Hor.

Las tumbas del Valle de las Reinas:

TUMBA DE SAT-RA, QV 38. Esposa de Ramsés I. Dinastía XVIII.
Lleva los títulos de Esposa Real; Gran Madre del Rey; Señora de las Dos Tierras; Señora del Alto y Bajo Egipto.

TUMBA ANÓNIMA, QV 40. Anónima. De estructura, decoración, temática y color muy semejantes a la de Nefertary. Lleva los títulos de Hija del Rey; Gran esposa Real; Señora de las Dos Tierras; Señora del Alto y Bajo Egipto. Nunca fue utilizada.

En este valle fueron enterrados al menos cinco de los hijos de Ramsés III. No está claro quienes eran estos príncipes, que edad tenían ni de cómo ni cuando murieron. Lo único que se sabe es que Ramsés III ordenó preparar estas tumbas en el años 18 de su reinado. Por lo tanto el misterio esta servido. ¿Tenían alguna enfermedad que preveían sus próximas muertes?. ¿Por qué los enterraron el en Valle de las Reinas? Ahora se sabe que los hijos de Ramsés II fueron enterrados o mejor dicho fueron preparadas sus tumbas en el Valle de los Reyes. ¿Se intentaba recuperar una antigua tradición que venia de la dinastía XVIII?. No hay respuesta.

Se sabe que el en el templo de Ramsés III en Medinet Habu, en el segundo patio, hace representar a sus hijos: trece príncipes y catorce princesas. En relación a los príncipes se conoce el nombre de diez de ellos, todos ellos llevan el título de Portaestandarte a la derecha del rey. Pero lo curioso es que estos príncipes no son los mismos que aparecen en las tumbas. Se sabe tambien, que las tumbas 42 y 43 son anteriores y que las que corresponden a Jaem. Uaset y Amón-her-jep-sef, son simultaneas.

La tumba de Set-her-jep-sef nunca contuvo la momia del príncipe pues esté alcanzó la corona de Egipto y reinó con el nombre de Ramsés VIII.

Casi todas las tumbas tienen una forma muy semejante, son de las llamadas en forma de jeringa, es decir un corredor rectilíneo.

Otra de las características de estas tumbas es que en la decoración de ellas la figura de los príncipes siempre va precedida de la de Ramsés III, su padre, que es el verdadero protagonista de todas las escenas pintadas en sus paredes. Otra de las características es el color. Excepcional.

TUMBA DE SETH-HER-JEPESEF, QV 43. Hijo de Ramsés III. Dinastía XX. Lleva los títulos de Hijo del Rey; Hijo del Rey Ramsés III Heka-iun; Hijo del rey, el primero a su derecha; Hijo primogénito del rey.

TUMBA DE JA-EM-UASET, QV 44. Hijo de Ramsés III Dinastía XX. Lleva los títulos de: Hijo del rey.

TUMBA DE AMON- HER- JEPESHEF, QV 55. Hijo de Ramsés III. Dinastía XX Lleva los títulos de: Hijo del rey; Príncipe hereditario; Escriba real; Comandante de carros; Comandante del carro de la plaza de User-Maat-Ra, Merit-Amón; Comandante del Jefe de Carros.

TUMBA DE NEBET-TAUY, QV 60. Dinastía XIX. Lleva los títulos de Hija del Rey; Esposa del Rey; Gran Esposa Real; Señora de las Dos Tierras; Señora del Alto y Bajo Egipto.

TUMBA DE NEFERTARY MERIT-EN-MUT, QV 66. Esposa del Ramsés II. Dinastía XIX. Lleva los títulos de princesa hereditaria, Esposa del Rey; Gran Esposa Real; Señora de las Dos Tierras; Señora del Alto y Bajo Egipto; Señora de Toda la Tierra; Esposa del dios.
Una empinada escalera conduce a la primera de las salas de la tumba. Los textos de esta primera cámara está relacionado con el capítulo 17 del Libro de los Muertos y nos muestran a Nefertari jugando con el Senet. A continuación el pájaro Benu, una garza de color ceniza que evoca el alma de Ra, una representación del cuerpo momificado de Nefertary que se encuentra custodiado por los diosas Isis y Neftis.

El significado de la tumba.

Todo el complejo programa decorativo de la tumba de Nefertary, evoca un viaje ritual del alma de la difunta descendiendo al mundo subterráneo. Esto es el reino de Osiris, que está simbolizada en la sala del sarcófago o sala del oro, a la cual accede Nefertary después de cruzar las puerta de los capítulos 144 y 146 del Libro de los Muertos. Tiene aquí la gestación y el renacimiento del alma de la reina, que vuelve a la antecámara, se transfigura y resplandece según el capítulo 17 del Libro de los Muertos, ilustrado por la decoración mural de esta parte de la tumba. Finalmente Nefertary aparece en pleno día, asimilada a Ra ascendiendo en el horizonte oriental del cielo, siguiendo una imagen evocada en el techo de la puerta de la entrada de la tumba misma.

viernes, 26 de marzo de 2010

La lealtad

Es lo que uno se ha comprometido aun entre circunstancias cambiantes. Un valor sin el cual nos quedamos solos y que debemos vivir nosotros antes que nadie.

La lealtad es una virtud que desarrolla nuestra conciencia. Ella nos conduce profundamente hacia una situación, a través de ésta, y hacia la salida del otro lado, emergiendo como una persona más evolucionada.

La lealtad es un corresponder, una obligación que se tiene con los demás. Es un compromiso a defender lo que creemos y en quien creemos.

La lealtad es un valor, pues quien es traidor se queda solo. Cuando somos leales, logramos llevar la amistad y cualquier otra relación a su etapa más profunda. Todos podemos tener un amigo superficial, o trabajar en un lugar simplemente porque nos pagan. Sin embargo la lealtad implica un compromiso que va más hondo: es el estar con un amigo en las buenas y en las malas, es el trabajar no solo porque nos pagan, sino porque tenemos un compromiso más profundo con la empresa en donde trabajamos, y con la sociedad misma.

La lealtad es una llave que nos permite tener auténtico éxito cuando nos relacionamos. La lealtad es un valor que no es fácil de encontrar. Es, por supuesto, más común aquella persona que al saber que puede obtener algo de nosotros se nos acerque y cuando dejamos de serle útil nos abandona sin más. Es frecuente saber que alguien frecuenta un grupo contrario porque le da más beneficios. Y lo que acaba ocurriendo es que nadie confía en ese tipo de personas.

La lealtad es esencial en la amistad. Los conocidos se hacen amigos a través de la lealtad mutua.

La lealtad es un esencial en la amistad que se ha desarrollado en el compromiso de corazones entre dos personas.

En una relación de corazón a corazón la lealtad desarrolla la confianza mutua.

Es nuestro deber el ser leal a aquellos que dependen de nosotros: familia, amigos, nuestros empleados o nuestro empleador.

La lealtad es amor bondadoso en acción. La lealtad es potenciada por la energía que viene hacia nuestro cuerpo al cuidar nuestras actitudes y pensamientos. La lealtad desarrolla nuestra alma en conciencia, transformándonos en la creación más hermosa posible de un ser humano.

Como vemos, la lealtad se relaciona estrechamente con otras virtudes como la amistad, el respeto, la responsabilidad y la honestidad entre otras.

Podemos ver como actitudes desleales:

- Las críticas que se hacen de las personas, haciendo hincapié en sus defectos, lo limitado de sus cualidades o lo mal que hacen su trabajo.

- Divulgar las confidencias que se nos han hecho.

- Quejarnos del modo de ser de alguien y no ayudarlo para que se supere.

- Dejar una amistad por razones injustificadas y de poca trascendencia.

- El poco esfuerzo que se pone al hacer un trabajo o terminarlo.

- Cobrar más del precio pactado.

No basta contradecir las actitudes desleales para ser leal, es necesario detenernos a considerar algunos puntos:

- En toda relación se adquiere un deber respecto a las personas. Como la
confianza y el respeto que debe de haber entre padres e hijos, la empresa con los empleados, entre los amigos, los alumnos hacia su escuela...

- Se deben buscar y conocer las virtudes permanentes para cualquier situación, de otra forma se es “leal” mientras se comparten las mismas ideas.

- La lealtad no es una consecuencia de un sentimiento afectivo, es el resultado del discernimiento para elegir lo que es correcto.

- Si se coloca como valor fundamental el alcance de objetivos, se pierde el sentido de cooperación. La persona que participa en una actividad sólo por el éxito que se tiene, fácilmente abandona la empresa porque las cosas no salen bien o simplemente deja de obtener los beneficios a que estaba acostumbrado.

- Lo importante es vivir las virtudes por lo que representan, no por las personas que en algún momento dictan una norma.

Y al final veremos que aún sin darnos cuenta, las relaciones que hemos sabido mantener se deben en gran medida a la vivencia del valor de la lealtad.


P.D.: No me importa recibir una serie de golpes, por muy traicioneros que sean, si con ello un amigo se ve libre.


La Ciudad Encantada

Al interés geológico de este entorno se une su gran atractivo paisajístico. La Ciudad Encantada se localiza en la vertiente sur de la serranía conquense. Un territorio donde el viento y el agua han unido sus esfuerzos para modelar caprichosas y sorprendentes formas sobre la roca caliza.
Unos treinta kilómetros separan la Ciudad Encantada con la ciudad de Cuenca. La carretera sigue largo rato entre los altos paredones de la Hoz del Júcar, con maravillosas vistas como las que se contemplan desde la ventana del diablo, desde donde ya se empiezan a dibujar estas formaciones. Aquí la naturaleza parece haber perdido las formas tan monótonas que mantenía en la llanura y conforma un espectáculo que irremediablemente pone en alerta todos los sentidos.
Como no podía ser menos, La Ciudad Encantada tiene sus geólogos, sus pintores y sus poetas, como Federico Muelas. También se conoce el caso de un explorador inglés que en el verano de 1853 permaneció nueve días estudiando estos laberintos, uno de los más bellos parajes calcáreos creado por los caprichos de la naturaleza.Las formaciones tienen aquí nombres propios que hacen referencia a su aspecto, más o menos reconocible: el Mar de Piedra, el Perro, la Ballena, el Puente… son algunos de ellos. Este fenómeno es debido a la disolución de las calizas que se formaron como sedimento de un mar secundario, hoy desaparecido, del que emergieron hace millones de años al levantarse todo el Sistema Ibérico. La diferente naturaleza de las rocas y la acción secular de los agentes atmosféricos han originado que se contemplan en la actualidad.

Es la diferente dureza y composición de las rocas, lo que ha hecho posible la formación los sorprendentes corredores, voladizos y arcos naturales. Naturalmente, éstas en su parte superior, de un color grisáceo, son dolomías (calizas magnesíferas pobres en cal) y en la parte inferior, de tono rojizo, calizas margosas, con menor magnesio y menor resistencia a la erosión.

Conviene, antes de iniciar el recorrido por la Ciudad Encantada, asomarse al mirador de Uña, que dista apenas kilómetro y medio, y que constituye un soberbio balcón sobre el amplio valle del Júcar, ya a cuyos pies queda Uña y la laguna del mismo nombre.Nos encontramos ante una formación kárstica de superficie, de gigantescas proporciones, que cubre unos veinte kilómetros cuadrados. Para no perder el tiempo, deambulando entre los laberínticos callejones, debe seguirse la ruta turística perfectamente señalizada con flechas de colores. También es posible solicitar el servicio de guías acompañantes, que ayudaran a interpretar y guiar por los rincones más ocultos y las formas más caprichosas.

Caminando por la Ciudad Encantada se crea la ilusión de hacerlo por una ciudad ciclópea y laberíntica, con sus calles y plazas, altos edificios, puentes romanos, puertas góticas, monolitos, bosquecillos e incluso grandes barcos erguidos sobre sus quillas. A la entrada, y enterrado hasta los hombros, asoma una enorme cabeza de gigante, como permanente centinela. Así visitaríamos una serie de formas imitativas a las que el pueblo puso expresivos nombres. El Tormo Alto, que alcanza la altura predominante de la formación; los Tres Barcos, El Perro, la Ballena, la Cara del Hombre, el Puente Romano, la Foca, el Pato, el Llamador, el Tobogán, el Mar de Piedra, una dramática lucha entre el Cocodrilo y el Elefante, el Dinosaurio, el Convento, las Bodegas, el Teatro, el Frutero, la Pila Bautismal, la Cárcel, la Pareja de Guardias, el Carro de combate, la Tortuga, los Osos, los amantes de Teruel.

La vegetación predominante en este paraje es el pino Mauricio, aunque también hay enebros, sabinas y zarzamoras. Además abunda el matorral, con tomillo y cantueso. En este entorno no es extraño encontrar águilas reales, buitres, ardillas, jabalíes o zorros.

Muy cerca, en la localidad de Las Majadas, se encuentran Los Callejones, una versión menos conocida y de menor envergadura de la Ciudad Encantada pero también interesante.

jueves, 25 de marzo de 2010

El Monasterio de Yuste


A dos kilómetros del pueblo extremeño de Cuacos, en el corazón de La Vera, se levanta el monasterio jerónimo de Yuste.

Su origen se remonta a los primeros años del siglo XV, cuando unos ermitaños se retiraron allí a vivir tras la donación de los terrenos a la comunidad por un vecino de Cuacos llamado Sancho Martín. En 1414, los eremitas reclaman la protección del monasterio jerónimo de Guadalupe, y se acogen a la Orden de San Jerónimo, no sin problemas jurídicos. Es a partir de ese momento cuando comienzan las grandes obras en el monasterio, siendo del siglo XV la iglesia y el claustro gótico.

En el siglo XVI, los Condes de Oropesa toman al cenobio bajo su protección y emprenden costosas construcciones y ampliaciones de la casa; las obras del claustro nuevo, renacentista plateresco, finalizan hacia 1554, coincidiendo prácticamente con la visita de Felipe II a Yuste, con objeto de cumplir el deseo de su padre de reconocer el monasterio para estudiar la posibilidad de retirarse allí a pasar sus últimos años. Era ésta una idea que ya llevaba rodando por la cabeza del Emperador Carlos V, y cuando, a partir de la mitad del siglo XVI, se siente cansado, va dejando parcelas de poder en manos de su heredero y pensando cada vez más en el retiro.

Siendo el monasterio del agrado de Carlos, se decide a ejecutar su proyecto y ordena la construcción de su vivienda en un ala del cenobio, dando precisas indicaciones de las trazas, orientación y proporciones. No pudiendo esperar a la finalización de las obras, en los primeros días de 1557 llegó Carlos V a Yuste, cuando aún no se había finalizado el acondicionamiento de las estancias para la servidumbre; poco tiempo disfrutará el Emperador de su retiro, pues falleció el 21 de septiembre de 1558 a consecuencia de fiebres palúdicas.

La estadía de Carlos V en Yuste marcará para siempre a esta casa, dotándola de un contenido histórico y riqueza artística que antes nunca había conocido, a pesar de que Felipe II se llevó el cuerpo de su padre al monasterio de El Escorial en cuanto lo finalizó.

En 1809 sufre el monasterio un pavoroso incendio a manos de las tropas francesas, quedando reducido prácticamente al claustro gótico. Con las leyes desamortizadoras del primer tercio del siglo pasado, el monasterio es expropiado, siendo comprado por el señor Tarrius, quien lo sacó a pública subasta y a punto estuvo de venderlo a Napoleón III si no hubiera sido por el celo patriótico del marqués de Mirabel, que lo adquirió con el objeto de evitar que la casa cayera en manos francesas. A pesar de las pequeñas obras de conservación emprendidas por el nuevo propietario, el monasterio estaba abocado a su total destrucción por el paso del tiempo y la incuria provocada por la exclaustración, de no haber sido porque en 1941 la casa de Mirabel cedió la propiedad de Yuste al Estado, encargándose el trabajo de una ambiciosa restauración al arquitecto José Manuel González Valcárcel, que llevó a cabo una total reconstrucción de la casa que resucitó a Yuste de entre las cenizas.

En 1941 la casa de Mirabel cedió la propiedad de Yuste al Estado, encargándose el trabajo de una ambiciosa restauración al arquitecto José Manuel González Valcárcel, que llevó a cabo una total reconstrucción de la casa que resucitó a Yuste de entre las cenizas.

En 1958, concluida la restauración, se llegó a un acuerdo con la Orden de San Jerónimo para que la comunidad reocupara el monasterio dándole nueva vida. Posteriormente, se abriría la casa al público que quisiera visitar este lugar de hondo significado carolino. Con objeto de hacer más interesante la visita de la casa, se procuró llenar las estancias del palacio. Para ello se estudió el inventario de objetos realizado a la muerte de Carlos y se procuró recuperar las piezas que allí figuraban. Se vistió también la iglesia, sacristía, coro, etc., con objetos procedentes del propio Yuste, que habían sido repartidos por pueblos de la zona tras la exclaustración.

Nota: Todo esto me ha venido hoy a la mente, al escuchar en diferentes medios, que el Monasterio -gestionado por Patrimonio Nacional- podría convertirse en un hotel de lujo (???)

miércoles, 24 de marzo de 2010

SOBRE EL ORIGEN DEL NOMBRE DE ESPAÑA


Un recorrido por las diversas interpretaciones aparecidas sobre el origen del nombre de España. Probablemente la recopilación más variada hasta la fecha.

Comúnmente se admite que España viene del latino Hispania y que este nombre se impuso entre los romanos después de un periodo dubitativo entre el "Hispania", de raíz supuestamente fenicia, y el "Iberia" de los griegos.

Profundizando en un origen fenicio del nombre de Hispania, tenemos a la raíz SPN, equivalente a la etimología hebraica SPN (leído saphan, conejo), que da la significación de "Tierra de conejos", amparándose en un texto de Catulo, que había calificado la península de cuniculosa, es decir, "Tierra de abundantes conejos".

Sin embargo, un historiador y hebraísta, Cándido Maria Trigueros, leyó allá por 1767, una pormenorizada disertación en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, con el nombre de "Memoria sobre el nombre de España y el nombre funículos" preguntándose después de citar al menos a trece historiadores antiguos y con textos en cinco alfabetos diferentes, el latín, castellano, celtibero, griego, hebreo y siríaco, como era posible que ninguno de ellos reflejara o supiera que Span significara en las lengua orientales conejo, resumiendo que ni unos ni otros relacionaron el animal con la tierra en que se criaba, porque esta voz oriental no era el nombre de ningún animal, aparte de que mal podían los fenicios tener en su idioma el nombre de un animal que no conocían.
La explicación etimológica de Trigueros, se basa en que, como el alfabeto fenicio-hebreo carece de vocales se pueden hacer múltiples combinaciones, tanto en Caldeo como en hebreo bíblico la palabra sphan significa "el aquilon" o " Tierra del norte" y el motivo es significativo en la definición ya que los primeros en desembarcar en nuestras costas y ponerle el nombre, eran gentes que venían del sur o mejor dicho, el nombre de Span fue impuesto por estar al septentrión de las tierras que venían los primeros que nos pusieron el nombre.

El mundo griego denominó a la península "Iberia". Hiberia, para los griegos del siglo IX y VIII a. de c. era la región de Huelva, y el río Hiberus se identificaba con uno de los ríos onubenses. Eso es lo que se deduce la Ora Marítima de Avieno, que dice beber en fuentes antiquísimas griegas, y del Pseudo-Escimno de Chio, fechado en el siglo V a. de C.Otros defienden una derivación del topónimo "Spal", el más antiguo atribuido a Hispalis, Isbilya o Sevilla: Spal>>Hispalis>>Hispania>>España. Quizás sea la que defiende un origen más autóctono del nombre de España.

Recientemente el profesor Jozko Savli ha aportado topónimos de la zona de Eslovenia y el Véneto italiano para demostrar como el nombre de España proviene de la raíz "Spane", que denota superficies llanas entre montañas. Los Venetos habrían alcanzado la península en tiempos anteriores a los celtas (¿contemporáneos e incluso emparentados a los ligures?) por lo que habrían dejado este nombre a los sucesivos invasores. La clave está en considerar a los eslovenos como descendientes directos de los venetos e incluso etruscos, todos ellos proto-eslavos, por lo que su lengua sería ideal para descifrar el origen de muchos significados hoy olvidados.

Emparentado con la teoría "veneta", en el idioma macedonio (que algunos consideran también proto-eslavo) existe el vocablo "spaan", que significa "sueño",(en inglés "span" como el espacio entre dos puntos e incluso la voz alemana antigua "spanna") pues bien, si consideramos el sueño como el periodo entre dos vigilias, tenemos el paralelismo con la morfología toponímica de Spane como planicie entre montañas. A partir de aquí aún podríamos preguntarnos si Iberia puede estar emparentada con el latín de "Tempus Hibernum", que es el invierno, la estación en que muchos animales "hibernan", volvemos pues a un periodo de actividad "plana" entre dos periodos de mayor vitalidad. A su vez, el nombre histórico de una república del Caúcaso es Ivernia, "la otra Iberia" de la que hablara Herodoto. Pero también Siberia proviene del vocablo Tártaro "tierra del sueño" (y por qué no tierra de hibernación), siendo sus primeros pobladores "míticos" el linaje de Túbal, no en vano uno de sus principales ríos se denomina "Tobol" y su capital histórica, Tobolsk (sk es sufijo ruso que indica "lugar"). Iberia y Euskadi también aparecen primigeniamente habitadas en su origen por Túbal y su descendencia (más toda la historiografía del "tubalismo" existente al respecto).

Por último, pero no menos importante, señalar la explicación Balto-eslava del origen de España como "unión", así tenemos que en checo "unidos" significa "spojeny", precisamente España nace como "unión" de Reinos peninsulares.

Más difícil de explicar es cómo el apóstol San Pablo en su Epístola a los Romanos pretendía visitar "España" (Rom 15,28) antes de que España "naciera" como unión de Reinos.

martes, 23 de marzo de 2010

RENÉ DESCARTES

Nació: 31 Marzo 1596 en La Haya (hoy Descartes),Turena, Francia. Murió: 11 Febrero 1650 en Estocolmo, Suecia.

René Descartes fue un filósofo cuyo trabajo, La géométrie, incluye su aplicación del álgebra a la geometría a partir de la cual tenemos hoy en día la geometría Cartesiana. Descartes fue educado en el colegio Jesuita de La Flèche en Anjou.

Entró a la escuela a la edad de ocho años, justo pocos meses después de la apertura de la escuela en enero de 1604. Estudió allí hasta el 1612, estudiando los clásicos, lógica y la filosofía tradicional Aristotélica. También aprendió matemáticas a partir de los libros de Clavius. Mientras se encontraba en la escuela su salud era mala y se le otorgó permiso para quedarse en cama hasta las 11 de la mañana, una costumbre que conservó hasta el año de su muerte. , con las cualidades a propósito para el papel que debía representar en el mundo. Necesitaba genio y lo poseía en grado eminente; necesitaba conocimiento de su época, y lo adquirió, no sólo en los libros, sino en sus viajes y en su carrera militar; necesitaba verdadera pasión por la ciencia, y la tenía hasta el punto de menospreciar los altos destinos con que le brindara la sociedad, prefiriendo una vida solitaria dedicada exclusivamente a la meditación filosófica, y de resignarse a vivir por espacio de más de veinte años fuera de su patria, retirándose a Holanda en busca de libertad y silencio. Sus talentos no se limitaban a la metafísica; era eminente matemático, y aunque inclinado en demasía a hipótesis en las ciencias físicas, mostraba un genio privilegiado para la observación de la Naturaleza.

Los puntos capitales de la doctrina de Descartes son:

1º La duda metódica.
2º El principio: yo pienso, luego soy.
3º El poner la esencia del alma en el pensamiento.
4º El constituir la esencia de los cuerpos en la extensión.

La duda de Descartes nació en su espíritu en vista del método sistemático que dominaba en las escuelas: fue un grito de revolución contra un gobierno absoluto: «La experiencia enseña que los que hacen profesión de filósofos son frecuentemente menos sabios y razonables que los que no se han dedicado nunca a esos estudios.» (Prefacio de los principios de filosofía.) Estas palabras manifiestan el desdén que le inspiraban las escuelas; así no es extraño que buscase otro camino.

El mismo nos explica cuál fue. «Como los sentidos —dice— nos engañan algunas veces, quise suponer que no había nada parecido a lo que ellos nos hacen imaginar; hay hombres que se engañan raciocinando aun sobre las materias más sencillas de geometría y hacen paralogismos, juzgando yo que estaba tan sujeto a errar como ellos, deseché como falsas todas las razones que antes había tomado por demostraciones; y considerando, en fin, que aun los mismos pensamientos que tenemos durante la vigilia pueden venirnos en el sueño, sin que entonces ninguno de ellos sea verdadero, me resolví a fingir que todas las cosas que habían entrado en mi espíritu no encerraban más verdad que las ilusiones de los sueños.» (Discurso sobre el método, p. IV.) Por este pasaje se ve que la duda universal de Descartes era una suposición, una ficción; así la llama él mismo, y por consiguiente no una duda verdadera. Lo propio se manifiesta en su respuesta a las objeciones recogidas por el P. Mersenne de boca de varios filósofos y teólogos contra las Meditaciones. «En primer lugar —dice— me recordáis que no de veras, sino por una mera ficción, he desechado las ideas o fantasmas de los cuerpos, etc., etc.» Descartes no rechaza esto, antes lo admite y continúa deshaciendo las dificultades.

Sea cual fuere el abuso que posteriormente se haya hecho del método de Descartes en lo tocante a la religión, debemos confesar que el ilustre filósofo concilió con espíritu de examen su adhesión al catolicismo. Entre las máximas fundamentales que adoptó para seguir su carrera sin peligro, figura en primer lugar la de «conservar constantemente la religión en que por la gracia de Dios había sido instruido desde la infancia... Después de haberme asegurado de estas máximas y haberlas puesto aparte con las verdades de la fe, que han sido siempre las primeras de mi creencia, juzgué que podía deshacerme libremente del resto de mis opiniones». (Discurso sobre el método, p. III.)

Parece que la duda de Descartes se reduce a una idea común a todos los métodos; él mismo lo dice: «Cuando sólo se trata de la contemplación de la verdad, ¿quién ha dudado jamás de que sea necesario suspender el juicio sobre las cosas oscuras o que no son distintamente conocidas?» (Respuesta a las objeciones recogidas por el P. Mersenne.) Sin embargo, no diremos por esto que Descartes no introdujese en la filosofía un método nuevo: la máxima de que conviene suspender el juicio cuando todavía no se conoce la verdad era vulgarmente admitida; y ¿quién pudiera no admitirla? Pero el mal estaba en dejarla sin aplicación, en dar sobrada autoridad al nombre de Aristóteles, en recibir sin examen las doctrinas comunes en las escuelas, no cuidando de inquirir sus puntos débiles o falsos.

Descartes empezó por dudar, pero continuó pensando; su método no era puramente negativo; en todas sus obras se halla una doctrina positiva al lado de la impugnación de la contraria. Esta es una de las causas de su asombrosa influencia en cambiar la faz de la filosofía; se propuso edificar sobre las ruinas de lo que había destruido; no se contentó con decir: «Esto no es verdad»; añadió: «La verdad es ésta.»

El principio fundamental de Descartes: «Yo pienso, luego soy», nació de su duda; su proclamación no fue otra cosa que la expresión del punto donde se hallaba detenido en su tarea destructiva. «Pero desde luego advertí —dice— que mientras quería pensar que todo era falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa; y notando que esta verdad: yo pienso, luego soy, era tan firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces de conmoverla, juzgué que sin escrúpulo podía recibirla por el primer principio de filosofía.» (Discurso sobre el método, p. IV.)

Algunos han creído que el principio de Descartes era un verdadero entimema, y así le han objetado que del pensamiento no podía inferir la existencia, en no suponiendo de antemano esta proposición: «Lo que piensa, existe»; lo cual equivaldría a reconocer un principio más fundamental que el otro. Pero la objeción estriba en un falso supuesto, a que dio origen la enunciación en forma de entimema, y también algunas palabras no bastante claras del filósofo.

Mas en la realidad él no quería hacer un verdadero discurso; sólo intentaba expresar un hecho de conciencia, a saber: que al dudar de todo hallaba una cosa que se resistía a la duda: el pensamiento propio. Las palabras que siguen son terminantes: «Cuando conocemos que somos una cosa que piensa, esta primera noción no está sacada de ningún silogismo; y cuando alguno dice: yo pienso, luego soy o existo, no infiere del pensamiento su existencia, como por la fuerza de un silogismo, sino como una cosa conocida por sí misma, la ve por una simple inspección del espíritu, pues que si la dedujera de un silogismo habría necesitado conocer de antemano esta mayor: todo lo que piensa, es o existe. Por el contrario, esta proposición se la manifiesta su propio sentimiento de que no puede suceder que piense sin existir. Este es el carácter propio de nuestro espíritu de formar proposiciones generales por el conocimiento de las particulares.» (Respuesta a las objeciones recogidas por el P. Mersenne.)

Cuando Descartes emplea la palabra pensamiento para expresar el hecho fundamental en las investigaciones filosóficas, no la limita al orden intelectual puro, sino que significa por ella todos los fenómenos internos de que tenemos conciencia, ya pertenezcan al entendimiento, a la voluntad o a la sensibilidad. «Por la palabra pensar —dice— entiendo todo aquello que se hace en nosotros, de tal suerte que lo percibimos inmediatamente por nosotros mismos; así es que aquí el pensamiento no significa tan sólo entender, querer, imaginar, sino también sentir.» (Principios de la filosofía, p. I, § 9.)

Aunque Descartes ponía por primer fundamento de la filosofía la conciencia propia, no rechazaba la legitimidad del criterio de la evidencia; por el contrario, en sus escritos se halla expresamente el principio que después se hizo tan famoso entre sus discípulos: lo que está contenido en la idea clara y distinta de una cosa puede afirmarse de ella con toda certeza. «Después de esto —dice— consideré en general lo que se necesita para que una proposición sea verdadera y cierta, porque ya que yo acababa de encontrar una que tenía dicho carácter, pensé que debía saber también en qué consiste esta certeza; y habiendo notado que en la proposición, yo pienso, luego soy, no hay nada que me asegure de que yo digo la verdad, sino que veo muy claramente que para pensar es precisa ser, Juzgué que podía tomar por regla general que las cosas concebidas con mucha claridad y distinción son todas verdaderas, pero que sólo hay alguna dificultad en notar cuáles son las que concebimos distintamente.» (Discurso sobre el método, p. IV.)

La legitimidad del criterio de la evidencia la funda Descartes en la veracidad de Dios, que no ha podido querer engañarnos. La existencia de Dios la prueba por la misma idea de Dios, empleando el argumento de San Anselmo (Principios de la filosofía y Meditaciones, 3 y 5).. Por manera que, según Descartes, hallamos en nuestra conciencia el pensamiento; en éste hallamos la idea de Dios; en esta idea hallamos un argumento demostrativo de la existencia del mismo Dios y de sus perfecciones; y el conocimiento de la veracidad divina es para nosotros una firme garantía de la legitimidad del criterio de la evidencia.

«Aunque un atributo —dice Descartes— sea suficiente para hacernos conocer la sustancia, hay, sin embargo, en cada una de ellas uno que constituye su naturaleza y esencia, y del cual dependen todos los demás. La extensión en longitud, latitud y profundidad constituye la esencia de la sustancia corpórea; y el pensamiento constituye la naturaleza de la sustancia que piensa.» (Principios de la filosofía, p. I.) Establecido que la esencia del alma consiste en el pensamiento, Descartes se hallaba precisado a sostener que el alma no deja nunca de pensar, pues, de lo contrario, perdería su atributo constitutivo; y en efecto, admitía la consecuencia. Contra esta doctrina ocurren varias objeciones: ¿Cómo se prueba que el pensar sea la esencia del alma? ¿Cómo es posible que un fenómeno que tiene todos los caracteres de modificación sea el constitutivo de una sustancia? ¿Cómo se prueba que el alma piensa siempre? ¿No parece que la experiencia enseña lo contrario? Conocemos al alma por el pensamiento, es verdad; pero de aquí no se sigue que el alma sea el pensamiento mismo.

El defecto de Descartes en este punto consiste en tomar el fenómeno por la sustancia en la cual se realiza; deseoso de fundar la filosofía sobre nociones claras, se paraba en lo que veía claro, y decía: «no hay más», en vez de decir: «no veo más».

Una cosa análoga le sucede al tratar de la extensión. Al pensar en los cuerpos, se nos ofrecen las dimensiones de los mismos en una intuición clarísima: de lo cual infirió Descartes que la esencia de ellos era lo representado en esa intuición. ¿Quién no ve que esto es confundir el orden ideal con el real, y aun no tomando del ideal más que un solo aspecto?

Partiendo de este errado principio, infería Descartes que la extensión del mundo es infinita: «Sabemos también —dice— que este mundo, o la materia extensa que compone el Universo, no tiene límites; porque dondequiera que nos propongamos fingirlos podemos imaginar más allá espacios indefinidamente extensos, que no solo imaginamos, sino que concebimos ser tales, en efecto, como los imaginamos; de suerte que contienen un cuerpo indefinidamente extenso, porque la idea de extensión que concebimos en todo espacio es la verdadera idea que debemos tener de cuerpo.» (Princ. de la filosofía, p. II, 21.)

El vacío es intrínsecamente imposible según la teoría de Descartes. Si la extensión constituye la esencia del cuerpo, donde hay extensión hay cuerpo; luego el vacío, esto es, una extensión sin cuerpo, es una idea contradictoria (Ibid, § 18).

Una de las doctrinas más singulares de Descartes fue la de negar el alma de los brutos, sosteniendo que todo cuanto vemos en ellos es el resultado de un puro mecanismo. Esta opinión no es nueva: entre los antiguos la profesaron muchos estoicos, y también Diógenes, cínico, según refiere Plutarco; y entre los modernos la defendió, antes que Descartes, Gómez Pereira en su obra titulada Antoniana Margarita, que vio la luz en 1554. El nombre de Descartes le dio importancia en lo sucesivo; pero en la actualidad está casi abandonada. Difícilmente se sostiene lo que está en contradicción con el sentido común.

Buscando la razón que pudo inclinar a Descartes hacia una opinión tan singular, la hallamos en su teoría de las dos esencias fundamentales, cuerpo y espíritu: el cuerpo es la extensión, el espíritu es el pensamiento; ¿dónde se coloca un ser que no sea ni lo uno ni lo otro? En ninguna parte. Luego todos los fenómenos de los brutos deben explicarse, no como efectos de una percepción sensitiva, sino como resultados puramente mecánicos. Así era preciso convertir los brutos en autómatas y excogitar varios sistemas para explicar el mecanismo; y en caso apurado, apelar a la infinita sabiduría del Supremo Artífice que había construido aquellas máquinas.

Descartes distingue entre el orden sensible y el intelectual; sostiene que no todos los conocimientos dimanan de los sentidos; pero no es exacto que admita las ideas innatas como tipos preexistentes en nuestro espíritu. «Nunca escribí ni creí —dice— que el entendimiento necesitase de ideas innatas, que sean algo distinto de su facultad de pensar; pero como notase que había en mí pensamientos que no procedían ni de los objetos externos ni de la determinación de mi voluntad, sino de la sola facultad de pensar, para distinguir a esas ideas o nociones de las otras adventicias, o facticias, las llamé innatas... »Observad que por ideas innatas nunca he entendido otra cosa sino que por naturaleza tenemos una facultad con la cual podemos conocer a Dios; pero el que estas ideas sean actuales, o no sé qué especies distintas de la facultad de pensar, no lo he escrito ni opinado nunca, pues, por el contrario, yo, más que nadie, estoy lejos de admitir la inútil retahila de las entidades escolásticas» (Carta 99, t. 1.)

El influjo de Descartes en cambiar la faz de la filosofía dependió de varias circunstancias:


1º De su indisputable genio, cuya superioridad no podía menos de ejercer ascendiente sobre los espíritus.

2º De que había en los ánimos cierta fermentación contra las escuelas predominantes, faltando únicamente un hombre superior que diese la señal de insurrección contra la autoridad de Aristóteles.

3º De que Descartes no sólo fue metafísico, sino también físico, astrónomo e insigne matemático; con lo cual, al paso que apartaba a los espíritus de las sutilezas de la escuela, los guiaba hacia los estudios positivos, conformes a las tendencias de la época.

4.° Siendo Descartes eminentemente espiritualista, atrajo los pensadores aventajados, a quienes abría ancho campo para dilatarse por las regiones ideales.

5.° Descartes fue un hombre que no escribió por razones de circunstancias, sino por efecto de convicciones profundas. Se retiró a Holanda para pensar con más silencio y libertad; sus sistemas son hijos de meditaciones dilatadas: era un verdadero filósofo, un ardiente apasionado por las investigaciones científicas.

-V. Filosofía fundamental, libs. I y III, y la Ideología y Psicología-