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FRENTE A FRENTE

A. René de Nicolás y García







La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.



El castellano es la lengua española del Estado.



Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.







sábado, 6 de marzo de 2010

¿Qué otras cosas nos estaremos perdiendo...?


Un hombre se sentó en una estación del metro en Washington y comenzó a tocar el violín, en una fría mañana de enero. Durante los siguientes 45 minutos, interpretó seis obras de Bach. Durante el mismo tiempo, se calcula que pasaron por esa estación algo más de mil personas, casi todas camino a sus trabajos.

Transcurrieron tres minutos hasta que alguien se detuvo ante el músico. Un hombre de mediana edad alteró por un segundo su paso y advirtió que había una persona tocando música.Un minuto más tarde, el violinista recibió su primera donación: una mujer arrojó un dólar en la lata y continuó su marcha.

Algunos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escuchar, pero enseguida miró su reloj y retomó su camino.

Quien más atención prestó fue un niño de 3 años. Su madre tiraba del brazo, apurada, pero el niño se plantó ante el músico. Cuando su madre logró arrancarlo del lugar, el niño continuó volteando su cabeza para mirar al artista. Esto se repitió con otros niños. Todos los padres, sin excepción, los forzaron a seguir la marcha.

En los tres cuartos de hora que el músico tocó, sólo siete personas se detuvieron y otras veinte dieron dinero, sin interrumpir su camino. El violinista recaudó 32 dólares. Cuando terminó de tocar y se hizo silencio, nadie pareció advertirlo. No hubo aplausos, ni reconocimientos.

Nadie lo sabía, pero ese violinista era Joshua Bell, uno de los mejores músicos del mundo, tocando las obras más complejas que se escribieron alguna vez, en un violín tasado en 3.5 millones de dólares. Dos días antes de su actuación en el metro, Bell colmó un teatro en Boston, con localidades que promediaban los 100 dólares.


La actuación de Joshua Bell de incógnito en el metro fue organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de las personas. La consigna era: en un ambiente banal y a una hora inconveniente, ¿Percibimos la belleza? ¿Nos detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos el talento en un contexto inesperado?

Tan sólo una mujer le reconoció: Stacy Fukuyama, que trabaja en el Departamento de Comercio, llegó casi al final de su actuación. No lo dudó ni un segundo: el que tocaba el violín no era ningún artista callejero. Le había visto hacía tres semanas en un concierto en la Biblioteca del Congreso. Y se quedó mirando, atónita, hasta que la última nota salió del Stradivarius.

"Ha sido lo más impactante que he visto en Washington", reconoce. "Joshua Bell estaba allí tocando en hora punta, y la gente no se paraba, ni siquiera miraba. ¡Algunos incluso le echaban monedas! ¡Cuartos de dólar! Yo eso no se lo haría a nadie". Lo que más extrañó a Bell, sin embargo, fue que al final de cada pieza no pasaba "nada". Nada. Ni un bravo, ni un aplauso. Sólo silencio.

Bell almacenó en la funda de su Stradivarius 32 dólares y algo de calderilla. "No está mal", bromea, "casi 40 dólares la hora... podría vivir de esto, y no tendría que pagarle a mi agente".

Conclusión: Si no tenemos un instante para detenernos a escuchar a uno de los mejores músicos interpretar la mejor música escrita, ¿Qué otras cosas nos estaremos perdiendo...?


¿Dios creó todo lo que existe?

Alemania. Inicio del siglo 20.


Durante una conferencia con varios universitarios, un profesor, de la Universidad de Berlín, propuso un desafío a sus alumnos con la siguiente pregunta:


¿Dios creó todo lo que existe?


Un alumno respondió, valientemente: Si, Él creó…
¿Dios realmente Creó todo lo que existe? Preguntó nuevamente el maestro.

Si señor, respondió el alumno.


El profesor respondió: “Si Dios creó todo lo que existe, entonces Dios hizo el mal, ya que el mal existe. Y si establecemos que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo“… El alumno se calló frente a la respuesta del profesor.
El profesor se regocijaba de haber probado, una vez más, que la fe era un mito.

Otro alumno levantó la mano y dijo: ¿Puedo hacerle una pregunta, profesor? Por supuesto, le contestó el profesor.
El alumno le preguntó: Profesor ¿El frío existe?
¿Pero que pregunta es esa?… Lógico que existe, ¿O acaso nunca sentiste frío?
El alumno respondió: "En realidad, señor, el frío no existe.
Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en verdad es la ausencia de calor. Todo cuerpo o objeto es factible de estudio cuando posee o transmite energía; el calor es lo que hace que este cuerpo tenga o transmita energía”.

“El cero absoluto es la ausencia total de calor; todos los cuerpos quedan inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Nosotros creamos esa definición para describir de que manera nos sentimos cuando no tenemos calor."
Y, ¿Existe la oscuridad? Continuó el alumno...
El profesor respondió: Existe.
El alumno respondió: La oscuridad tampoco existe. La oscuridad, en realidad, es la ausencia de luz. La luz la podemos estudiar, la oscuridad, no. A través del prisma de Nichols, se puede descomponer la luz blanca en sus varios colores, con sus diferentes longitudes de ondas. La oscuridad, no.

¿Como se puede saber qué tan oscuro está un espacio determinado?... Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio.
La oscuridad es una definición utilizada por el hombre para describir qué ocurre cuando hay ausencia de luz.
Finalmente, el alumno preguntó al profesor: Señor, ¿El mal existe?
El profesor respondió: Como afirmé al inicio, vemos estupros, crímenes, violencia en todo el mundo. Esas cosas son del mal.
El alumno respondió: El mal no existe, Señor, o por lo menos no existe por sí mismo.

El mal es simplemente la ausencia del bien…
De conformidad con los anteriores casos, el mal es una definición que el hombre inventó para describir la ausencia de Dios.
Dios no creó el mal. El mal es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos. Es igual a lo que ocurre con el frío cuando no hay calor, o con la oscuridad cuando no hay luz.
El alumno fue aplaudido de pié, y el maestro, moviendo la cabeza, permaneció en silencio …


El director de la Universidad, se dirigió al joven alumno y le preguntó: ¿Cuál es tu nombre?


Me llamo, ALBERT EINSTEIN.








MIGUEL ÁNGEL “El Genio del Escultor”

Sueño de escultor, fría roca de marmól que yace tranquila en la montaña, soñando que unas manos privilegiadas den forma a su vulgaridad y rebusquen en su centro hasta encontrar el alma, el alma del escultor. Sólo un ser privilegiado, tocado por la mano de Dios, es capaz de dar forma a estas rocas de marmól, esculpiéndolas hasta alcanzar la perfección e incluso impregnarlas de un cierto halo de vida.

Ese ser era, el alma del mármol, Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni (1475 - 1564)




La Piedad fue esculpida entre el año 1498 y 1499, cuando Miguel Ángel tenía veinticuatro años y sus dimensiones son de 174 por 194 cm.
Miguel Ángel se encargaba personalmente de escoger los bloques de mármol más apropiados en las canteras de los Alpes Apuanos en la Toscana.
Su perfecta ejecución le supuso estar en tela de juicio, dudándose de su autoría, por lo que Miguel Ángel, en un arranque de furia, grabó su nombre en la escultura, pudiendo leerse en la cinta que cruza el pecho de la Virgen las siguientes palabras: “Miguel Angel Buonarroti, florentino, lo hizo“





El David lo esculpe Miguel Ángel entre 1501 y 1504 por encargo de la Cooperativa de Mercaderes de la lana de Florencia.
Para su realización emplea un bloque de mármol muy estrecho y alargado que llevaba años abandonado en el patio de obras de la Catedral de Florencia.
La escultura es de mármol de Carrara y mide 409 cm de altura. Su rostro tiene una expresión desafiante y su mirada está expectante a la espera de Goliat.
Su perfección hace que sea considerada un patrón estético de anatomía y un canon de belleza.





El Moisés lo realiza Miguel Ángel entre 1513 y 1515. Concebido en su inicio para la tumba del Papa Julio II en la Basílica de San Pedro, formaba parte de un gran proyecto escultórico que nunca se finalizó, posiblemente por falta de presupuesto, ubicándose finalmente en la iglesia menor de San Pietro in Vincoli, en Roma.
El Moisés es representado con cuernos, que posiblemente equivalgan a rayos de luz, como se describe en el Éxodo. Para Miguel Ángel era su escultura más realista y cuenta la leyenda que, al terminarla, el escultor pensó que la única cosa que le faltaba por extraer del mármol era la propia vida, por lo que golpeó la rodilla derecha de la estatua y le dijo: “ ¿Por qué no me hablas? “