Para la gente que me sigue agradeceros el interes por visitar mi Blog

FRENTE A FRENTE

A. René de Nicolás y García







La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.



El castellano es la lengua española del Estado.



Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.







lunes, 5 de julio de 2010

Organización del Imperio Persa: a unidad en la diversidad


El gran imperio de los persas tenía una estructura bien organizada a diferencia de otros imperios, como el asirio, que basaba su dominio solamente en el terror.

La organización era una necesidad apremiante para el imperio aqueménida. Manejaron con gran habilidad el mosaico de países de diversas razas, religiones, lenguas, tradiciones y economías, que formaban su Estado. Generalmente respetaban a la clase dirigente de cada región, a la que sumaban un aparato administrativo persa controlado desde las grandes capitales como Pasargada, Persépolis y Suso. Toleraron además las costumbres y manifestaciones culturales de los pueblos sometidos. Su principal preocupación era el pago regular del tributo. Dividieron en-ronces el imperio en veinte provincias o satrapías. cada una debía entregar anualmente una cantidad determinada de sus productos característicos: metales, piedras preciosas cereales o ganado.
Para facilitar las comunicaciones construyeron el gran camino real, que cruzaba todo el Cercano Oriente desde Anatolia hasta el Irán. En su trozado se colocaron postas y relevos, en razón de lo extenso de su recorrido.

Los persas eran los únicos eximidos del pago de tributos Desempeñaban los cargos de mayor jerarquía, tanto en el nivel administrativo como en el militar.

En la cúspide del imperio se encontraba el monarca. El poder del rey era absoluto nada ni nadie estaba capacitado para competir con su autoridad. Los persas tenían la idea de que el rey recibía la autoridad de su dios (Ahura-Mazda> del que era el elegido. El monarca además debía ser modelo de todos los guerreros: montar a caballo tirar del arco y ser el melar en los ejercicios físicos. Se lo llamaba gran Rey o Rey de Reyes.

La administración imperial estaba formada por varios funcionarios:
Sátrapas
Eran nobles persas que estaban al frente de una provincia o satrapía. Representaban en el/a al rey y se consideraban unidos a él por un lazo de fidelidad en la defensa y la administración de los bienes. Se ocupaban del cobro de tributos, del mantenimiento de ejércitos permanentes y de moví/izar a la población para cooperar en las obras públicas. Se los consideraba la máxima autoridad de justicia en los territorios a su cargo.

Secretarios
Cumplían funciones de asesores reales del sátrapa. Los nombraba directamente el rey. Entre sus responsabilidades se encontraba la de fiscalizar al gobernador de la provincia.

Inspectores
Formaban un cuerpo de auditores que controlaban los intereses del rey, vigilando a los sátrapas. Se los llamaba los ojos y oídos del rey porque le informaban todo lo que pasaba en el imperio y sí se cumplían sus órdenes. Sí las circunstancias lo exigían, podían destituir al sátrapa.
En síntesis: La política imperial seguida por os persas trató de conciliar la unidad en a diversidad, respetando por un lado los regionalismos en cultura y costumbres, e imponiendo por el otro una centralización en el pago de tributos y la prestación de servicios militares, elementos decisivos para su supervivencia.

Economía: el sostén del coloso.
Como vimos, la organización económica del caloso” Imperio Persa era tributaria. Todas ¡as provincias estaban sujetas al pago de impuestos, ya sea en especie o en lingotes de metales preciosos, de acuerdo con sus producciones. Egipto enviaba trigo; la región de Media, ganado (oveias, mulas); la satrapía del Indo, perros de caza y arenas auríferas. Otros pueblos, aunque no integraban el imperio, también mandaban obsequios; por ejemplo, Etiopía enviaba oro, maderas de ébano y colmillos de elefantes.

La unidad política y administrativa que impusieron facilitó los intercambios. Los mercados tenían mayor seguridad y mejores sistemas de comunicación para su tarea. Esto implicó un gran desarrollo del comercio, que se vio favorecido además por una nueva costumbre: la utilización de la moneda. Concebida como una pieza metálica acuñada, fue útil para facilitar los intercambios y como medida común para el precio de os objetos. Su invento es atribuido a los lidios, que formaron un Estado en las costas del Asia Menor por donde pasaba un importante tráfico comercial.

Los persas, al incorporar el reino lidio a su imperio, tomaron ¡a costumbre monetaria y la impusieron en todo su Estado. Es decir generalizaron el uso de la moneda en todo el Cercano Oriente. De esta forma realizaron un gran aporte para el desarrollo comercial; las dificultades que producía el trueque para el intercambio de mercaderías disminuyeron y las transacciones cobraron mayor agilidad y rapidez.
Darío I acuñó monedas de oro, los dóricos. Posteriormente también se acuñaron monedas de plata.

La sociedad
La sociedad estaba dividida en diferentes jerarquías, de acuerdo con sus privilegios y ocupaciones. La clase superior estaba formada por los nobles. Dentro de ella eran muy importantes los sacerdotes y los magos. Dirigían el culto y eran consejeros políticos de los reyes o de los gobernadores de provincias. También podían administrar justicia, basándose en la ley del talión. Entre los nobles, eran más importantes los que pertenecían a la familia aqueménida. El rey estaba obligado a elegir esposa entre las mujeres de esa familia.La capa inferior de la sociedad la formaban los comerciantes, los artesanos y los campesinos.

Para la decoración se utilizaban ladrillos esmaltados de variados colores, que combinados conformaban frisos. Se representaban, en relieve, desfiles de soldados, figuras de animales y escenas de pagos de tributos. En cuanto a la arquitectura funeraria, se concibieron sepulturas y monumentos más sencillos que los egipcios. Algunos de ellos se crearon mediante excavación de las laderas rocosas de las montañas. En su interior se hallaban sólo un vestíbulo y una sala sin pinturas ni esculturas.
Aspecto religioso: “Así hablaba Zaratustra”
A diferencia de otros imperios, los persas fueron tolerantes con las religiones de los dominados. En ningún lugar impusieron por la fuerza su religión o sus dioses. Esto no se debe a su habilidad política, sino a su concepción religiosa. Esta se encuentra reunida en el Avesro, libro sagrado que recoge las enseñanzas del predicador Zoroastro o Zaratustra.
Zoroastro fue el fundador de la religión llamada zoroastrismo o mazdeísmo. Según la leyenda, éste recibió revelaciones del gran dios Ahura Mazda, dios supremo, inmaterial, creador del universo.

Según Zoroastro, existían dos espíritus en pugna: el del Len, al servicio de Ahura Mazda, y el del mal, que o combate. El espíritu del bien, llamado Ormuz, representaba la vida, la verdad, la justicia. Era el mundo del gran dios, con la luz y la felicidad. El espíritu del mal representaba la muerte, la mentira. Era el mundo de las medas, dirigido por Arimán.

El hombre también participa de esa lucha, de acuerdo con su buen o su mal comportamiento. Si acmCc de acuerdo con el espíritu del bien, es premiado en a vida ultraterrena. Esta religión con ciertas características monoteístas de un dios supremo fue aceptada sobretodo por las capas dirigentes del imperio. Si bien la mayor parte de la población mantuvo a Ahura - Mazda en un lugar superior, lo rodeé de otras divinidades inferiores, personificadas por las fuerzas naturales.
Como vemos, esta religión tuvo un marcado contenido moral: el hombre puede y debe optar entre el bien o el mal. El hombre debe trabajar, colaborar con la comunidad, tener muchos hijos fomentar una tranquila convivencia social y respetar las costumbres de los otros. El culto era esencialmente el cumplimiento de esos deberes, complementad os con la veneración del fuego. Zoroastro condenaba las ofrendas y los sacrificios sangrientos, aunque los magos los practicaban igualmente.
La religión mazdeísta se mantuvo como religión nacional hasta el siglo VII d.C., en el que Irán fue conquistado por los musulmanes y éstos impusieron su religión, el Islam.
En lo actualidad esta práctica religiosa se conserva en la zona de
Bombay, en la India, gracias a los mazdeístas que huyeron de la persecución musulmana.
Un arte para la monarquía
No podemos afirmar que existió un arte persa propiamente dicho. En realidad, la producción artística fue una conjunción de elementos pertenecientes a las diferentes culturas sometidas. Por ejemplo, de los egipcios tomaron la construcción de hipogeos; de la Mesopotamia, la utilización del ladrillo, las figuras de toros alados y la costumbre de erigir palacios sobre plataformas elevadas; de Grecia, la armonía y La esbeltez de ciertos elementos constructivos.
En razón de las características de la religión aqueménida, no se construyeron templos dedicados al culto de su dios, ni se lo materializaba en relieves o esculturas. Por este motivo, el arte de los iranios estuvo dedicado exclusivamente a la monarquía.

Arquitectura
Los persas se dedicaron fundamentalmente a la construcción de palacios de características monumentales. Los más importantes fueron los de Suso y Persépolis.
Entre los diversos locales que conformaban estas magníficas construcciones, el más importante era la Sala de Audiencias. Allí se encontraba el trono del rey y era el lugar donde éste se presentaba en público.
Los muros de estos edificios eran de ladrillos, combinados con elementos de piedra tallada (marcos de puertas y ventanas, columnas). Las columnas, que sostenían las techumbres, eran de gran altura, de forma acanalada, y en su extremo superior se encontraban los capiteles formados por dos cabezas de toros labradas en piedra, donde se apoyaban las vigas.
Escultura
Los persas utilizaron los bajorrelieves a la manera mesopotámica. Se dedicaban al rey inscripciones monumentales, talladas en ¡as paredes de las montañas, donde se relataban los éxitos militares. También se esculpían ¡as fachadas de ¡as tumbas dedicadas a los reyes, asemejándolas a los frentes de los palacios.

sábado, 19 de junio de 2010


Platón (c. 428-c. 347 a.C.), filósofo griego, uno de los pensadores más creativos e influyentes de la filosofía occidental.


Vida Platón nació en el seno de una familia aristocrática en Atenas. Su padre, Aristón, era al parecer, descendiente de los primeros reyes de Atenas. Perictione, su madre, estaba emparentada con el legislador del siglo VI a.C. Solón. Su padre murió cuando aún era un niño y su madre se volvió a casar con Pirilampes, colaborador del estadista Pericles.

De joven, Platón tuvo ambiciones políticas pero se desilusionó con los gobernantes de Atenas. Más tarde se proclamó discípulo de Sócrates, aceptó su filosofía y su forma dialéctica de debate: la obtención de la verdad mediante preguntas, respuestas y más preguntas. Aunque se trata de un episodio muy discutido, que algunos estudiosos consideran un metáfora literaria sobre el poder, Platón fue testigo de la muerte de Sócrates durante el régimen democrático ateniense en el año 399 a.C. Temiendo tal vez por su vida, abandonó Atenas algún tiempo y viajó a Italia, Sicilia y Egipto.


En el año 387 Platón fundó en Atenas la Academia, institución a menudo considerada como la primera universidad europea. Ofrecía un amplio plan de estudios, que incluía materias como astronomía, biología, matemáticas, teoría política y filosofía. Aristóteles fue su alumno más destacado.


Ante la posibilidad de conjugar la filosofía y la práctica política, Platón viajó a Sicilia en el año 367 a.C. para ser tutor del nuevo gobernante de Siracusa Dionisio el Joven. El experimento fracasó. Platón regresó a Siracusa en el año 361 a.C., pero una vez más su participación en los acontecimientos sicilianos tuvo poco éxito. Pasó los últimos años de su vida dando conferencias en la Academia y escribiendo. Murió próximo a los 80 años en Atenas en el año 348 o 347 a.C.


Obra Los escritos de Platón adoptaban la forma de diálogos, donde se exponían ideas filosóficas, se discutían y se criticaban en el contexto de una conversación o un debate en el que participaban dos o más personas. El primer grupo de escritos de Platón incluye 35 diálogos y 13 cartas. Se ha cuestionado la autenticidad de algunos diálogos y de la mayoría de las cartas.


Primeros diálogos. Los diálogos se pueden dividir en tres etapas de composición. La primera representa el intento que hizo Platón de comunicar la filosofía y el estilo dialéctico de Sócrates. Algunos de esos diálogos tienen el mismo argumento. Sócrates se encuentra con alguien que dice saber mucho, manifiesta ser ignorante y pide ayuda al que afirma saber. Sin embargo, conforme Sócrates empieza a hacer preguntas, se hace patente que quien se dice sabio realmente no sabe lo que afirma saber y que Sócrates aparece como el más sabio de los dos personajes porque, por lo menos, él sabe que no sabe nada. Ese conocimiento, por supuesto, es el principio de la sabiduría. Dentro de este grupo de diálogos se encuentran Cármides (un intento por definir la templanza), Lisis (una discusión sobre la amistad), Laques (una búsqueda del significado del valor), Protágoras (una defensa de la tesis de que la virtud es conocimiento y que es posible aprenderla), Eutifrón (una consideración sobre la naturaleza de la piedad), y el libro I de La República (una discusión sobre la justicia).


Diálogos intermedios y últimos. Los diálogos de los periodos intermedio y último de la vida de Platón reflejan su propia evolución filosófica. Las ideas de esas obras se atribuyen al propio Platón, aunque Sócrates sigue siendo el personaje principal en muchos diálogos. Los escritos del periodo intermedio abarcan los de Gorgias (una reflexión sobre distintas cuestiones éticas), Menón (una discusión sobre la naturaleza del conocimiento), Apología (la defensa que hizo Sócrates de sí mismo durante el juicio en el que fue acusado de ateísmo y corrupción de la juventud ateniense), Crátilo (la defensa de Sócrates de la obediencia a las leyes del Estado), Fedro (escena de la muerte de Sócrates, en la que discute sobre la teoría de las ideas, la naturaleza del alma y la cuestión de la inmortalidad), El Banquete (destacada realización dramática de Platón que contiene varios discursos sobre la belleza y el amor) y La República (máxima obra filosófica de Platón, que es una detallada discusión sobre la naturaleza de la justicia).


Entre los trabajos del último periodo se encuentran Teeteto (una negación de que el conocimiento tiene que ser identificado con el sentido de percepción), Parménides (una evaluación crítica de la teoría de las ideas), Sofista (una reflexión posterior sobre las ideas o las formas), Filebo (discusión sobre la relación entre el placer y el bien), Timeo (ideas de Platón sobre las ciencias naturales y la cosmología), y Leyes (un análisis más práctico de las cuestiones políticas y sociales).


Teoría de las ideas. En el centro de la filosofía de Platón está su teoría de las formas o de las ideas. En el fondo, su idea del conocimiento, su teoría ética, su psicología, su concepto del Estado y su perspectiva del arte deben ser entendidos desde esta perspectiva.

Teoría del conocimiento. La teoría de las ideas de Platón y su teoría del conocimiento están tan interrelacionadas que deben tratarse juntas. Influido por Sócrates, Platón estaba persuadido de que el conocimiento se puede alcanzar. También estaba convencido de dos características esenciales del conocimiento. Primera, el conocimiento debe ser certero e infalible. Segunda, el conocimiento debe tener como objeto lo que es en verdad real en contraste con lo que lo es sólo en apariencia. Ya que para Platón lo que es real tiene que ser fijo, permanente e inmutable, identificó lo real con la esfera ideal de la existencia en oposición al mundo físico del devenir. Una consecuencia de este planteamiento fue el rechazo de Platón del empirismo, la afirmación de que todo conocimiento se deriva de la experiencia. Pensaba que las proposiciones derivadas de la experiencia tienen, a lo sumo, un grado de probabilidad. No son ciertas. Más aun, los objetos de la experiencia son fenómenos cambiantes del mundo físico, por lo tanto los objetos de la experiencia no son objetos propios del conocimiento.


La teoría del conocimiento de Platón se expone en La República, en concreto en su discusión sobre la imagen de la línea divisible y el mito de la caverna. En la primera, Platón distingue entre dos niveles de saber: opinión y conocimiento. Las declaraciones o afirmaciones sobre el mundo físico o visible, incluyendo las observaciones y proposiciones de la ciencia, son sólo opinión. Algunas de estas opiniones están bien fundamentadas y otras no, pero ninguna de ellas cuenta como conocimiento verdadero. El punto más alto del saber es el conocimiento, porque concierne a la razón en vez de a la experiencia. La razón, utilizada de la forma debida, conduce a ideas que son ciertas y los objetos de esas ideas racionales son los universales verdaderos, las formas eternas o sustancias que constituyen el mundo real.


El mito de la caverna describe a personas encadenadas en la parte más profunda de una caverna. Atados de cara a la pared, su visión está limitada y por lo tanto no pueden distinguir a nadie. Lo único que se ve es la pared de la caverna sobre la que se reflejan modelos o estatuas de animales y objetos que pasan delante de una gran hoguera resplandeciente. Uno de los individuos huye y sale a la luz del día. Con la ayuda del sol, esta persona ve por primera vez el mundo real y regresa a la caverna diciendo que las únicas cosas que han visto hasta ese momento son sombras y apariencias y que el mundo real les espera en el exterior si quieren liberarse de sus ataduras. El mundo de sombras de la caverna simboliza para Platón el mundo físico de las apariencias. La escapada al mundo soleado fuera de la caverna simboliza la transición hacia el mundo real, el universo de la existencia plena y perfecta, que es el objeto propio del conocimiento.


Naturaleza de las ideas. La teoría de las ideas se puede entender mejor en términos de entidades matemáticas. Un círculo, por ejemplo, se define como una figura plana compuesta por una serie de puntos, todos equidistantes de un mismo lugar. Sin embargo, nadie ha visto en realidad esa figura. Lo que la gente ha visto son figuras trazadas que resultan aproximaciones más o menos acertadas del círculo ideal. De hecho, cuando los matemáticos definen un círculo, los puntos mencionados no son espaciales, sino lógicos. No ocupan espacio. No obstante, aunque la forma de un círculo no se ha visto nunca —y no se podrá ver jamás— los matemáticos y otros sí saben lo que es. Para Platón, por lo tanto, la forma de círculo existe, pero no en el mundo físico del espacio y del tiempo. Existe como un objeto inmutable en el ámbito de las ideas, que sólo puede ser conocido mediante la razón. Las ideas tienen mayor entidad que los objetos en el mundo físico tanto por su perfección y estabilidad como por el hecho de ser modelos, semejanzas que dan a los objetos físicos comunes lo que tienen de realidad. Las formas circular, cuadrada y triangular son excelentes ejemplos de lo que Platón entiende por idea. Un objeto que existe en el mundo físico puede ser llamado círculo, cuadrado o triángulo porque se parece ("participa de" en palabras de Platón) a la idea de círculo, cuadrado o triángulo.


Platón hizo extensiva su teoría más allá del campo de las matemáticas. En realidad, estaba más interesado en su aplicación en la esfera de la ética social. La teoría era su forma de explicar cómo el mismo término universal puede referirse a muchas cosas o acontecimientos particulares. La palabra justicia, por ejemplo, puede aplicarse a centenares de acciones concretas porque esos actos tienen algo en común, se parecen a, participan de, la idea de justicia. Una persona es humana porque se parece a, o participa de, la idea de humanidad. Si humanidad se define en términos de ser un animal racional, entonces una persona es humana porque es racional. Un acto particular puede considerarse valeroso o cobarde porque participa de esa idea. Un objeto es bonito porque participa de la idea, o forma, de belleza. Por lo tanto, cada cosa en el mundo del espacio y el tiempo es lo que es en virtud de su parecido con su idea universal. La habilidad para definir el término universal es la prueba de que se ha conseguido dominar la idea a la que ese universal hace referencia. Platón concibió las ideas de manera jerárquica: la idea suprema es la de Dios, que, como el sol en el mito de la caverna, ilumina todas las demás ideas. La idea de Dios representa el paso de Platón en la dirección de un principio último de explicación. En el fondo, la teoría de las ideas está destinada a explicar el camino por el que uno alcanza el conocimiento y también cómo las cosas han llegado a ser lo que son. En lenguaje filosófico, la teoría de las ideas de Platón es tanto una tesis epistemológica (teoría del conocimiento) como una tesis ontológica (teoría del ser).


Teoría política. La República, la mayor obra política de Platón, trata de la cuestión de la justicia y por lo tanto de las preguntas ¿qué es un Estado justo? y ¿quién es un individuo justo?. El Estado ideal, según Platón, se compone de tres clases. La estructura económica del Estado reposa en la clase de los comerciantes. La seguridad, en los militares y el liderazgo político es asumido por los filósofos-reyes. La clase de una persona viene determinada por un proceso educativo que empieza en el nacimiento y continúa hasta que esa persona ha alcanzado el máximo grado de educación compatible con sus intereses y habilidades. Los que completan todo el proceso educacional se convierten en filósofos-reyes. Son aquellos cuyas mentes se han desarrollado tanto que son capaces de entender las ideas y, por lo tanto, toman las decisiones más sabias. En realidad, el sistema educacional ideal de Platón está, ante todo, estructurado para producir filósofos-reyes.


Platón asocia las virtudes tradicionales griegas con la estructura de clase del Estado ideal. La templanza es la única virtud de la clase artesana, el valor es la virtud de la clase militar y la sabiduría caracteriza a los gobernantes. La justicia, la cuarta virtud, caracteriza a la sociedad en su conjunto. El Estado justo es aquel en el que cada clase debe llevar a cabo su propia función sin entrar en las actividades de las demás clases. Platón aplica al análisis del alma humana un esquema semejante: la racional, la voluntad y los apetitos. Una persona justa es aquella cuyo elemento racional, ayudado por la voluntad, controla los apetitos. Existe una evidente analogía con la estructura del Estado anterior, en la que los filósofos-reyes sabios, ayudados por los soldados, gobiernan el resto de la sociedad.


Ética. La teoría ética de Platón descansa en la suposición de que la virtud es conocimiento y que éste puede ser aprendido. Dicha doctrina debe entenderse en el conjunto de su teoría de las ideas. Como ya se ha dicho, la idea última para Platón es la idea de Dios, y el conocimiento de esa idea es la guía en el trance de adoptar una decisión moral. Platón mantenía que conocer a Dios es hacer el bien. La consecuencia de esto es que aquel que se comporta de forma inmoral lo hace desde la ignorancia. Esta conclusión se deriva de la certidumbre de Platón de que una persona virtuosa es realmente feliz y como los individuos siempre desean su propia felicidad, siempre ansían hacer aquello que es moral.


Arte. Platón tenía una idea antagónica del arte y del artista aunque aprobara algunos tipos de arte religioso y moralista. Su enfoque tiene que ver una vez más con su teoría de las ideas. Una flor bonita, por ejemplo, es una copia o imitación de las ideas universales de flor y belleza. La flor física es una reproducción de la realidad, es decir, de las ideas. Un cuadro de la flor es, por lo tanto, una reproducción secundaria de la realidad. Esto también significa que el artista es una reproducción de segundo orden del conocimiento y, en realidad, la crítica frecuente de Platón hacia los artistas era que carecían de un conocimiento verdadero de lo que estaban haciendo. La creación artística, observó Platón, parecía tener sus raíces en una inspirada locura.


La influencia. Platón a través de la historia de la filosofía ha sido inmensa. Su Academia existió hasta el año 529 a.C., en que fue cerrada por orden del emperador bizantino Justiniano I, que se oponía a la difusión de sus enseñanzas paganas. El impacto de Platón en el pensamiento judío es obvio en la obra del filósofo alejandrino del siglo I Filón de Alejandría. El neoplatonismo, fundado en el siglo III por el filósofo Plotino, fue un importante desarrollo posterior de las ideas de Platón. Los teólogos Clemente de Alejandría, Orígenes y san Agustín fueron los primeros exponentes cristianos de una perspectiva platónica. Las ideas platónicas tuvieron un papel crucial en el desarrollo del cristianismo y también en el pensamiento islámico medieval.


Durante el renacimiento, el primer centro de influencia platónica fue la academia florentina, fundada en el siglo XV cerca de Florencia. Bajo la dirección de Marsilio Ficino, los miembros de la academia estudiaron a Platón en griego antiguo. En Inglaterra, el platonismo fue recuperado en el siglo XVII por Ralph Cudworth y otros que se dieron a conocer como la escuela de Cambridge. La influencia de Platón ha llegado al siglo XX de la mano de pensadores como Alfred North Whitehead, que una vez le rindió tributo al describir la filosofía como una simple 'serie de anotaciones de Platón'.



Neoplatonismo


Neoplatonismo, denominación colectiva de las doctrinas filosóficas y religiosas de una escuela heterogénea de pensadores especulativos que buscó desarrollar y sintetizar las ideas metafísicas de Platón sobre todo en lo relacionado con su teoría de las formas. Esta síntesis se produjo de modo especial en Alejandría con el judaísmo helenista, ejemplificado por el filósofo Filón de Alejandría, entre otras tendencias. La doctrina conservó en esencia su carácter griego. Por extensión, el término se aplicó a teorías metafísicas similares expuestas durante la edad media, el renacimiento y en épocas modernas.


La doctrina neoplatónica es una variante de monismo idealista para el que la realidad última del universo era lo Uno, perfecto, incognoscible e infinito. De este Uno emanan varios planos de realidad, siendo el nous (inteligencia pura) el más elevado. Del nous deriva el alma universal, cuya actividad creadora origina las almas inferiores de los seres humanos. El alma universal se concibe como una imagen del nous, del mismo modo que el nous es una imagen de lo Uno; de esta forma, tanto el nous como el alma universal, a pesar de su diferenciación, son de la misma sustancia, es decir que son consustanciales con lo Uno.


El alma universal, no obstante, al constituirse como un puente entre el nous y el mundo material, tiene la opción de preservar su integridad e imagen de perfección o bien de ser sensual y corrupta por entero. La misma elección está abierta a cada una de las almas inferiores. Cuando, por la ignorancia de su verdadera naturaleza e identidad, el alma humana experimenta un falso sentido de distancia e independencia, se vuelve presumida de un modo manifiesto y cae en hábitos sensuales y depravados. El neoplatonismo mantiene que la salvación de esa alma es posible gracias a la virtud de la libertad de la voluntad que le permitió elegir su camino de pecado. El alma debe invertir ese curso, trazando en sentido contrario los sucesivos pasos de su degeneración, hasta unirse otra vez con el origen de su ser. La reunión verdadera se consuma a través de una experiencia mística en la que el alma conoce un éxtasis total.


En un sentido doctrinal, el neoplatonismo se caracteriza por la oposición categórica que se plantea entre lo espiritual y lo carnal, elaborada a partir del dualismo platónico de idea y materia, oposición que se produce mediante la hipótesis metafísica de agentes mediadores, el nous y el alma universal, que transmiten el poder divino de lo Uno a todo, mediante una aversión al mundo de los sentidos, y por la necesidad de la liberación de una vida de sensaciones a través de una rigurosa disciplina ascética.

viernes, 4 de junio de 2010

La Libertad


Libertad es una palabra que nos gusta oír. Somos partidarios de la libertad. Pero al mismo tiempo algo nos hace pensar que hay matizaciones y aspectos menos claros. Por ejemplo, la libertad de un asesino es una libertad malvada, mal empleada. Comencemos, pues, a matizar.

¿QUIEN ES MÁS LIBRE?
¿Es más libre el que siempre sigue sus caprichos? Más bien es esclavo de sus apetencias. Así lo reconocía una joven que afirmaba: "Me gusta sacrificarme de vez en cuando, pues esto me hace sentirme libre".

¿Es más libre quien cambia de criterios según el ambiente? Más bien es esclavo del ambiente, como una veleta no se mueve por sí misma sino al dictado del viento. Otra cosa diferente es la persona que sin faltar a sus ideales sabe manejarse con flexibilidad.

¿Quién no decide es más libre? Es más indeciso. Aparenta más libertad porque tiene más opciones donde escoger al no haberse comprometido con ninguna. Pero en realidad no se es más libre por el número de opciones sino por saber descubrir y elegir las correctas. El recién nacido y el animal salvaje tienen muchas posibilidades, pero no son libres. Quien nunca decide deteriora su libertad pues en ocasiones futuras le será más difícil escoger. Por otro lado, mientras no se decida está eligiendo no actuar y su pasividad le domina.

¿Quien no tiene metas en su vida es más libre? El barco mercante que nunca llega a puerto es inútil, por mucho que navegue. La inteligencia que no descubre verdades es defectuosa, por mucho que piense. La libertad sin fines donde ir es una herramienta inservible. La mejor libertad es la que conduce a puertos mejores.

ACLARANDO LO QUE LA LIBERTAD NO ES
¿Puesto que soy libre puedo hacer lo que me da la gana? Bueno, pero esto no significa que dé lo mismo. No es indiferente escoger el bien o el mal. No da igual conseguir dinero mediante el trabajo o a base de robos y asesinatos. En ambos casos son decisiones libres, pero una es equivocada y malvada. Somos responsables de nuestras elecciones.

¿La libertad humana es absoluta? Es limitada. No podemos respirar bajo el agua, ni volar, etc. No somos todopoderosos, pero dentro de nuestras limitaciones podemos dirigir nuestra vida en un sentido u otro.

¿Libertad es capacidad de elegir? Los animales y seres privados de razón también escogen, pero no son libres. (Y no se les encarcela porque no son responsables de sus actos). La libertad requiere elegir inteligentemente.

¿Libertad es capacidad de elegir el mal? No. No. El ser más libre de todos es Dios y nunca escoge el mal. Elegir el mal es un error de la inteligencia o de la voluntad. Manifiesta que hay libertad pero una libertad defectuosa, capaz de equivocarse. Precisamente del mal hay que librarse. ("Líbranos del mal").
De modo semejante, quien hace un razonamiento equivocado muestra que piensa, pero su inteligencia es pobre. Las cosas no se definen por sus errores: la inteligencia no es la facultad de fallar razonando; un coche no es un medio de accidentarse viajando; la libertad no es la capacidad de equivocarse eligiendo. No se trata de escoger deliberadamente mal sino bien. La mejor libertad es la que siempre reconoce y elige el bien, como la mejor inteligencia es la que razona siempre bien alcanzando la verdad.

¿QUÉ ES Y CÓMO CRECE LA LIBERTAD?
La libertad requiere el uso de la inteligencia y de la voluntad. Es una capacidad propia de los seres inteligentes que eligen empleando su inteligencia y voluntad.
La libertad necesita de la verdad. La libertad requiere: del entendimiento (facultad que busca la verdad) y de la voluntad (facultad que busca el bien). Usando ambas el hombre puede determinar dónde está el bien verdadero y escogerlo.

Definiciones de libertad. Estas tres definiciones coinciden:
- Capacidad de elegir inteligentemente.
- Capacidad de realizar acciones deliberadas.
- Capacidad de elegir el bien previamente conocido.

¿Puede crecer la libertad? Puede aumentar en el sentido de adquirir mayor facilidad de conocer y escoger el bien. Mejorará a base de realizar buenas elecciones, pues se crea el hábito de optar por el bien.

¿Cómo disminuye la libertad? Disminuye con los pecados, pues los vicios dificultan elegir bien. "El que peca es esclavo del pecado". Por ejemplo, la persona que se deja vencer por la pereza cada vez se vuelve más perezosa y le cuesta escoger bien en asuntos que supongan esfuerzo.

¿Quiénes ayudan a ser libres? Los que difunden la verdad -"la verdad os hará libres"-, y ayudan a escoger el bien. Por ejemplo, quien invita a un amigo a drogarse le dificulta la libertad atándole a ese defecto; en cambio, quien anima a trabajar, rezar o comportarse bien facilita el buen ejercicio de la libertad.

¿Dónde se da la mayor libertad? En el cielo, donde la inteligencia y voluntad alcanzan su mayor perfección, descubren con toda facilidad donde está el bien verdadero y eligen siempre con acierto.

¿Las leyes obstaculizan la libertad? Depende. Si fomentan el mal y estorban al bien, entonces dificultan la libertad. En cambio, las leyes correctas favorecen la libertad en dos sentidos:
o Libertad es capacidad de elegir el bien. Si las leyes dificultan el mal, entonces favorecen las decisiones correctas y la libertad. Siempre que dejen un margen para la propia determinación no siendo normas excesivamente detallistas.

La libertad propia se mueve habitualmente en roce y conflicto con otras libertades. Entonces es necesario un ordenamiento que regule las relaciones humanas. Sin esto, imperaría la ley del más fuerte aplastando la libertad de los demás. En este sentido, las leyes son imprescindibles para la libertad humana.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Los Caballeros Templarios


Varios años antes del reafirme de Jerusalén en 1099, un grupo de caballeros había actuado como guías y protectores de los cristianos que peregrinaban a través de las tierras santas.

Esos Caballeros vivieron en una hostería cerca del Templo de Salomón en Jerusalén en el momento de la Primer Cruzada.

De ellos, cuyos nombres eran Hughes de Payns y Godofredo de Saint Omer, nace la idea de incorporar a los caballeros formalmente como un orden en 1119, tomaron el nombre de Orden de los pobres Caballeros de Cristo, pero fueron conocidos mas popularmente como Los Caballeros del Templo de Salomón o Los Caballeros Templarios.

Desde su nacimiento tuvo un fin militar, por lo que la Orden se diferenciaba a este respecto de las otras dos grandes órdenes religiosas del siglo XII los Caballeros de San Juan de Jerusalén y los Caballeros Teutónicos, fundadas como instituciones de caridad.

La Orden fue reconocido formalmente por la Iglesia en el Concilio de Troyes en 1128, y San Bernardo de Claraval, el clérigo más influyente de la época, fue comisionado para escribir los reglamentos por la que ellos se debían regir. San Bernardo tomó la causa del Templarios con entusiasmo, y Hughes de Payns fue el primer Gran Amo de la Orden.

La austeridad noble de los Templarios contrastó fuertemente con el lujo, vanidad, codicia y violencia de los caballeros seculares. La idea de los monjes-caballeros militares se recibió con gran entusiasmo. Un grupo de Templarios recorrió Francia y Inglaterra para reclutar a los miembros, y también para solicitar regalos de dinero y propiedad para que la Orden pudiera apoyar sus actividades militares en la Tierra Santa.

La Orden Templaria estaba encabezada por un gran maestre (con rango de príncipe), por debajo del cual existían tres rangos: caballeros, capellanes y sargentos. Los primeros eran los miembros preponderantes y los únicos a los que se les permitía llevar la característica vestimenta de la Orden, formada por un manto blanco con una gran cruz latina de color rojo en su espalda.
Su servicio defendiendo el reino Cristiano de Jerusalén era distinguido, aunque un poco estropeado por sus malas relaciones con los Hospitalarios , que por el año 1240 se habían deteriorado a tal magnitud que caballeros de cada Orden estaban luchando abiertamente en las calles de Acre. Invirtieron grandes sumas de dinero en la construcción de una cadena de castillos masivamente fortificados, algunos de los cuales nunca fue capturado por el enemigo, pero fueron abandonados cuando los caballeros se retiraron de Palestina en 1291.

Fueron famosos por la ferocidad en la lucha.

Después de la Batalla desastrosa de Hattin en 1187, Saladín tomó a prisionero aproximadamente 200 Templarios y Hospitalarios, incluyendo a ambos Grandes Amos, y dio orden de ejecutar a todos. Con Jerusalén en manos de los musulmanes su cuartel general se localizó sucesivamente, en Antioquía, Acre, Cesárea y por ultimo en Chipre. Como los Caballeros Templarios enviaban regularmente dinero y suministros desde Europa a Palestina, desarrollaron un eficiente sistema bancario en el que los gobernantes y la nobleza de Europa acabaron por confiar. Se convirtieron gradualmente en los banqueros de gran parte de Europa y lograron debido a esto y a la exención del pago de impuestos y diezmos (no estaban sujeto a la ley secular, y sólo respondían al Papa), amasar una considerable fortuna. En 1307, sin embargo, el Rey Felipe IV se quiso adueñar de esa inmensa riqueza. Él y su canciller, Guillermo de Nogaret, confabularon para acusar a los Templarios de herejía y abolir la Orden. Esto fue hecho; en 1307, todos los Templarios Franceses, incluido el gran maestre francés Jaques de Molay, fueron arrestados (sólo trece escaparon) y se les "interrogó" bajo tortura o la amenaza de tortura.

La conspiración tuvo éxito y todos los caballeros confesaron múltiples e increíbles crímenes que iban desde escupir u orinar en el crucifijo a sodomía. Después muchos caballeros retractaron sus confesiones pero era demasiado tarde; el daño a su reputación era renuentemente irreversible.

En 1312 el Papa Clemente V estaba de acuerdo en emitir una bula papal que suprimiese la Orden y sus miembros fueron quemados en la hoguera. El Papa pidió que las propiedades de los Templarios sean dadas a los Hospitalarios, pero aunque esto se hizo en Alemania, en Francia e Inglaterra la mayoría fueron a la corona.

En España y Portugal la Orden fue refundada bajo nuevos nombres.

domingo, 23 de mayo de 2010

La Patria

Queriendo yo un día
saber que es la Patria
me dijo un anciano
que mucho la amaba.

La Patria se siente
no tiene palabras
que claro la expliquen
las lenguas humanas.

Allí, donde todas
las cosas nos hablan
con voz que hasta el fondo
penetra del alma.

Allí, donde empieza la breve jornada
que al hombre en el mundo
los cielos señalan.

Allí, donde el canto
materno arrullaba
la cuna que el Ángel
veló de la guarda.

Allí, donde en tierra
bendita y sagrada
de abuelos y padres
los restos descansan.

Allí, donde eleva su techo la casa
de nuestros mayores... ¡Allí esta la Patria!

Autor: Ventura Ruiz Aguilera (1820 - 1881) Escritor español nacido en Salamanca que se graduó en medicina en esa ciudad. En 1844 se mudó a Madrid donde se desempeñó como periodista y ganó gran popularidad con una colección de poemas titulada Ecos Nacionales (1849). Sus Elegías y armonías (1863) no fueron menos exitosas pero sus Sátiras (1874) y Estaciones del año (1879) mostraron que su popularidad comenzaba a decaer. En Madrid también se desempeñó como director del Museo Arqueológico Nacional. Murió el 1 de julio de 1881.

sábado, 22 de mayo de 2010

Agnosticismo y Escepticismo




El materialismo filosófico otorga una gran importancia a las cuestiones que se suscitan en torno a la idea de agnosticismo (principalmente en la medida en que esta idea pone en juego la cuestión de las relaciones entre las ciencias positivas y la filosofía y la reconstruye críticamente desde sus propias coordenadas. La dificultad principal del asunto reside en la diversidad de planos a través de los cuales la idea de agnosticismo se desenvolvió o sigue desenvolviéndose y en la facilidad, dadas las intersecciones que median entre tales planos, del deslizamiento, a veces inadvertido, de unos planos hacia los otros, con las confusiones y embrollos consiguientes. El agnosticismo suele ser considerado como una forma del escepticismo. El escepticismo filosófico (es decir, no el escepticismo meramente psicológico, derivado de un temperamento dubitativo, inseguro, &c.) es la posición de quien después de examinar los argumentos en pro y en contra en torno a una cuestión disputada cree poder concluir que estos argumentos se equilibran y que, por tanto, no es posible decidirse por ninguna de las alternativas o disyuntivas propuestas: el escéptico no afirma ni niega, simplemente duda, o se abstiene de «juzgar», manteniendo su epogé. El agnosticismo es considerado según algunos como un «escepticismo especializado», es decir, referido a asuntos que tengan que ver con entidades o saberes relacionados, de algún modo, con las religiones (primarias, secundarias o terciarias). En consecuencia, el agnosticismo no es superponible con «escepticismo», porque ese término es más amplio que aquél (alguien puede ser escéptico en materia de historia de Egipto o de Roma –pirronismo histórico–, pero no ser agnóstico, aun cuando un escéptico universal que suspende todo tipo de juicio, también sería agnóstico). El escepticismo, en su acepción clásica añade aún una nota a esa «abstención del juicio»: la nota de mantenerse activo en el interés del conocimiento, el deseo de resolver la indecisión, a fin de determinarse dentro de las alternativas que se nos ofrecen, considerando que el encuentro de la «verdad» será en todo caso importante para la vida práctica. Pero en el agnosticismo esta nota general del escepticismo suele quedar desvanecida: el agnóstico no será sólo quien «suspende el juicio» sobre «materias de orden religioso», sino además quien ha perdido interés por determinarse, quien declara no interesarse o, al menos, no creer necesario para resolver su indeterminación a fin de poder vivir dignamente como ciudadano, por cuanto supone que las diferentes opciones ante las cuales el agnóstico se abstiene, carecen de interés para la vida privada y sobre todo pública.

El agnosticismo, en cuanto «escepticismo específico», podrá considerarse referido no ya sólo a seres, sino también a saberes.

(a) El agnosticismo ante seres (que se supondrán como posibles) podría llamarse «agnosticismo ontológico», y consistirá en practicar la abstención del juicio ante la cuestión de la existencia de esos seres. Así, si estos seres se conciben como «sujetos extraterrestres» (que, en cualquier caso, son entes finitos y corpóreos cuya posibilidad parece hoy reconocida) podrá abstener el juicio: «No sé si existen o si no existen». En la medida en que estos entes se consideren próximos a los démones del helenismo y, por tanto, vinculados con determinaciones religiosas, la abstención de juicio podría aquí estimarse como una caso de agnosticismo. Así, la «ecuación de Drake», que indica un modo de calcular la probabilidad de tomar contacto con extraterrestres de otras galaxias, podría considerarse próxima al agnosticismo.

Sin embargo, el «agnosticismo ante seres», o presentados como tales, encuentra su acepción por antonomasia cuando el ser ante el cual se supone que se abstiene el juicio de existencia es el Ser Supremo, Dios. El argumento central de este agnosticismo ontológico es el siguiente: «No es posible demostrar racionalmente que Dios existe; pero tampoco que no existe y, por ello, la única conclusión racional es la abstención del juicio». Pero el fallo de este argumento se encuentra en su premisa implícita: en la suposición de que ese Ser Supremo o Dios monoteísta es posible y que, por tanto, tiene sentido referirse a El como si se tratase de un sujeto cuya existencia o inexistencia tratásemos de demostrar (a la manera como se puede tratar de demostrar la existencia o inexistencia de un posible pozo de petróleo en una determinada zona geográfica. Pero lo que hay que comenzar a poner en tela de juicio es la posibilidad misma del Ser Supremo (que no puede estar situado, por cierto, en ninguna área geográfica). Supuesta esta imposibilidad, no se tratará de «demostrar la inexistencia de Dios», sino de demostrar la «inexistencia de su Idea»; por lo que el agnosticismo ontológico estará aquí fuera de lugar y sólo podrá ser reemplazado por el ateísmo.

(b) El agnosticismo ante saberes, podría ser llamado «agnosticismo epistemológico», y es la suspensión del juicio ante ciertos «saberes» o «valores» propuestos como verdades reveladas, dogmas, &c. por una secta o Iglesia, por tanto, como saberes praeterracionales, que no pueden ser «derivados de la razón», pero que tampoco podrían ser impugnados por ella. Los saberes revelados y ofrecidos por una secta o Iglesia considerados como necesarios para la «salvación» son precisamente los saberes del gnosticismo, en atención a la secta de los «gnósticos» del siglo II (Valentín, Carpócrates, Basílides...) que se consideraron a sí mismos como depositarios de un saber revelado y soteriológico (salvador). El agnóstico, en este sentido epistemológico, es quien no acepta estos saberes revelados o propuestos por la secta o por la Iglesia, pero tampoco los rechaza: simplemente se inhibe o suspende su juicio creyendo saber, además, que esta supensión del juicio sobre «asuntos que tienen que ver con la religión» no afectan para nada a las decisiones sobre juicios prácticos de su vida privada y, sobre todo, pública.

El término agnosticismo fue acuñado por T.H. Huxley, el «Bulldog de Darwin», hacia 1869, por oposición al término gnosticismo, es decir, por tanto, en función de este término (que se refería, por tanto, ante todo, a un saber, o pretendido saber). Pero tal función de oposición no es la única: tendremos también que considerar, aunque Huxley no lo hizo, el concepto de «antignosticismo», porque si prescindimos de esta referencia indispensable, las coordenadas del propio concepto de «agnosticismo» se desdibujarán y se tergiversarán sin remedio. Por consiguiente, parece obligado determinar el concepto mismo de «gnosticismo» por respecto del cual se define, tanto el «agnosticismo» (ya por quien acuñó el término, Huxley) como el «antignosticismo».

lunes, 3 de mayo de 2010

La Razón


El concepto de Razón es el término que ilumina, determina y configura los grandes acontecimientos de la época moderna. Época en la que se confirma y profundiza lo que ya anunciaba el siglo XVII.

La razón es, en primer lugar, una "razón crítica"; crítica contra el dogma. La Reforma fue la primera manifestación; la justificación teórica y filosófica la encontramos en el Tratado teológico-político y en la Ética, Spinoza, donde la fe y la creencia aparecen como una forma de inteligencia de segundo grado. Desde este momento el difícil camino del espíritu humano hacia la conquista de su independencia se encontraba abierto.

Al final del siglo, la Crítica de la Razón Pura (Kant) fija los límites, las formas y las modalidades de investigación del espíritu humano, considerando como desconocidas e inexpresables las preguntas sobre la fe y sobre todas aquellas relacionadas con Dios. Ya no se mezclaban las nociones. Descartes que quería hacer tabla rasa de todo lo que se había pensado antes tuvo que recurrir a Dios para explicar los fundamentos del nuevo saber. Sin embargo, Kant no lo necesitaba. La razón no necesita del apoyo de Dios: ella misma descubre sus posibilidades y límites. La filosofía se distingue radicalmente de la teología. Por fin la razón tenía título para ser admitida, tenía existencia propia; era independiente.

Las consecuencias de esta revolución de la filosofía contra la teología eran ya, en 1781, parte de la historia de los litigios de la razón científica con las Facultades de Teología, es la historia del Renacimiento, la de Kepler y la de Galileo. La revuelta de los humanistas contra el dogma.
Es una razón contra la arbitrariedad; es una razón que discute las reglas corrientemente admitidas del gobierno de los hombres. La teoría de la monarquía absoluta, del absolutismo real, elaborada en el siglo XVII llega a ser el punto de mira del pensamiento crítico. Todos los philosophes luchan con tenacidad contra la injusticia, muestran la inutilidad de las guerras, lo absurdo de la centralización: someten a discusión la concentración de los poderes. Piden un régimen donde la Ley esté reconocida como superior al Rey, donde la Constitución haga del poder real un simple ejecutivo controlado. No piden un régimen parlamentario, donde los gobiernos serían responsables delante de un parlamento elegido. Se sienten satisfechos con un régimen constitucional que fije unos límites razonables a la acción del poder real.

Esta reivindicación se manifiesta cotidianamente contra un poder que fija unilateralmente los impuestos, que decide soberanamente el futuro de las provincias, que lanza al país a la guerra y termina con firmas de paz desastrosas sin exponerse a críticas. Es ésta una revuelta fundamental: a partir de ahora la naturaleza teocrática del poder se encuentra en tela de juicio: el rey no debe obtener su soberanía de Dios y no "dar cuenta más que a Dios solo", ya que la experiencia muestra que puede ser un mal pastor; el rebaño está en su derecho de exigir garantías y una participación del control en el funcionamiento del Estado.

La teoría de Montesquieu en el "Espíritu de las leyes" intenta organizar las modalidades de este control. La teoría del Contrato Social tiende a dar al control un fundamento racional más profundo. Fundamento que llega a un punto de ruptura: el sometimiento a examen del orden social. Para Rousseau sólo existe la sociedad civil. Para Bossuet, la única existente es la sociedad de Dios.

Así, pues, la tercera forma de revuelta filosófica es aquella que se levanta contra la sociedad, contra las órdenes, contra los deberes, contra la jerarquía heredada de la Edad Media. No es suficiente protestar contra el poder político, sino que hay que poner en tela de juicio el fundamento del orden social que es injusto; la propiedad es injusta dice Rousseau, y, bajo la Revolución, Baboeuf también lo afirma. Injusta es la jerarquía de las órdenes dicen Fígaro de Beaumarchais y el panfleto del Tercer Estado. Injusto es la preeminencia del clero. La razón suscribe y apoya que el pueblo tenga necesidad de Dios y que tenga ministros pagados por el Estado; pero no admite que aquél orden esté por encima y tenga privilegios.